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Zulema Manrique / Mujeres peruanas del siglo XXI (2 de 12)

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2. Elvira Luza Argaluza (1903-2004)


Nace en Lima el 22 de septiembre de 1903 y fallece el 25 de diciembre del 2004 en Lima, Perú, a la edad de 101 años. Su madre, Elvira Argaluza nacida en 1864 se dedicó al cuidado del hogar y su padre, Reynaldo Luza quien nació en 1860, administró y trabajó las tierras que poseía en Cañete. Fue la menor de cinco hermanos, dos varones y dos mujeres. Entre ellos: Reynaldo Luza Argaluza (1893-1978) y María Mercedes Luza Argaluza (1901).1


Estudió en el colegio Sophianum y más tarde, en la Escuela de Bellas Artes del Perú siendo egresada de la primera generación durante la dirección del maestro Daniel Hernández y alternó su formación con indigenistas y pintores de principios del siglo XX.

Recorrió buena parte de la sierra, sobre todo la zona sur, en compañía de Arturo Jiménez Borja, Julia Codesido y otras personalidades de la época, quienes reconocieron, como ella, que las expresiones populares contenían el auténtico sentir de los pueblos andinos del Perú. Reunió pinturas, cerámicas y piezas de plata.


“Era una mujer de carácter fuerte, dominante”, recuerda su sobrino y ahijado Carlos García Montero Luza. “Viajaba a la sierra para encontrarse con los artesanos. Se internaba en los pueblos a caballo, cuando era algo impensado para una mujer en esa época”. Fue una mujer independiente. Tras un noviazgo en París que finalmente no se concretó, nunca se casó. Elvira Luza dedicó su vida a la difusión de la cultura, a su pasión por la artesanía peruana y a sus amigos, que eran muchos. En su casa del parque Hernán Velarde, en Santa Beatriz, se tomaba el té los domingos. A la cita llegaban personajes como Alex Ciurlizza, José Cánepa, Pablo Macera, Luis Repetto e Isabel Larco. La tertulia se prolongaba hasta tarde.


La colección Elvira Luza está integrada por alrededor de 500 piezas que gracias a la generosa colaboración de PromPerú se encuentran dentro de nuestras colecciones. Las piezas fueron recolectas durante la primera mitad del siglo pasado por la señorita Luza y está integrada por objetos de cerámica transicional vidriada, retablos, pintura popular, mates burilados, juguetes de madera, tapices y hojalatería.


Elvira Luza, la mujer que fue pionera en estudiar en la Escuela de Bellas Artes cuando esto no era bien visto por la pacata sociedad limeña de inicios del siglo XX (señoritas dibujando calatos, horror de horrores), fue también la que defendió el Premio Nacional de Cultura a Joaquín López Antay en 1975. Y fue para ella, precisamente, para quien el premiado escultor le pintó el único lienzo que hizo en su vida: una flor de retama dibujada sobre una tela de costalillo, en la que estampó su firma con pluma de gallina.


Jaime Liébana, dueño de una descollante colección particular de arte popular (su casa es un verdadero museo), recuerda, por su parte, la tarde en que Elvira le tocó el timbre de su casa en la Bajada de los Baños de Barranco. Llevada por Repetto y por la curiosidad, llegó hasta allí para comprobar lo que Liébana le contaba cada domingo, para ver con sus ojitos viejos pero no cansados si tanta belleza podía ser cierta. “¡¿Pero dónde has conseguido esto?!”, llegó a decirle cuando se vio rodeada de aríbalos sin quebrar, de platos de cerámica vidriada, de ángeles, retablos, tupus y un larguísimo etcétera de codiciadas piezas. “Se le pusieron los ojitos cuadrados, brillantes, era una maravilla de mujer, uno de esos personajes limeños increíbles, divinos… Ahora existe otra Lima”, recuerda Liébana.


Referencias:

usat.edu.pe/articulos/cinco-mujeres-peruanas-que-marcaron-la-historia

zankyou.com.pe/p/dia-de-la-mujer-imperdibles-historias-de-peruanas-del-siglo-xxi


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