4. Micaela Bastidas Puyucahua
Reconocida como prócer de la independencia del Perú junto a su esposo Túpac Amaru II. Recibió una educación elemental en letras y artes, materias comunes para las mujeres en aquella época.
Lideró a las mujeres de su pueblo para erradicar con la opresión española y junto a su esposo José Gabriel Condorcanqui, comenzaron con la rebelión de Tinta. Según se cuenta, Micaela lideró la rebelión con muchas estrategias, reforzando a los chasquis y construyendo un escuadrón de luchadoras quechuas y aimaras. Tras ganar la guerra de Sangarará fue nombrada como jefa.
El 18 de mayo de 1781 se originó una de las peores masacres de la historia peruana. Micaela Bastidas fue estrangulada por los españoles, mientras que su esposo Túpac Amaru II fue descuartizado por cuatro caballos. La historia narra que fueron emboscados por los españoles cuando Túpac Amaru II intentaba negociar una conciliación para terminar con la explotación. Trataron de sacarles información mediante torturas, pero no lo consiguieron. Al final fueron asesinados en la Plaza de Armas de Cusco.
5. Ventura Ccalamaqui
Ella es una heroína ayacuchana y su nombre se ha popularizado a través de la tradición oral de generación en generación a partir de un hecho histórico, ocurrido el 31 de agosto de 1814 en el cuartel de Huamanga. Se dice que aquel día Ventura logró reunir en el mercado de abastos de esa ciudad a cientos de mujeres, entre campesinas y placeras del mercado, y que con ellas se dirigió al cuartel de Santa Catalina en donde realizó un motín en el que desafiaba al ejército realista. Algunos historiadores ponen en duda la existencia de la heroína por la falta de documentación y archivos que acrediten su existencia, a pesar de ellos, Ventura Ccalamaqui se ha convertido en un referente de heroicidad regional.
6. Tomasa Tito Condemayta
Nació en Acomayo, al sur del Cusco, hacia el año 1750. Hija del cacique Sebastián Tito Condemayta, alcalde del ayllu Tito Condemayta y de Alfonsa Hurtado de Mendoza. Mujer de linaje y gran poder económico ejerció el cacicazgo de Acos, en el corregimiento de Quispicanchis.
Tomasa participó junto a Micaela Bastidas y Túpac Amaru II en la rebelión contra los españoles (1780-1781), hecho que marcó el precedente de la emancipación americana. Apoyó a Túpac Amaru II con provisiones, hombres y armas. Dejó a su familia y a su esposo, Faustino Delgado, para luchar a favor de la libertad de los indígenas, quienes sufrían las reformas borbónicas impuestas por la corona española caracterizadas por el tributo indígena y por la explotación en las minas de Potosí.
El 18 de noviembre de 1780 con su gente acompañó a Túpac Amaru II en la Batalla de Sangarará donde derrotaron a los españoles. Gran estratega militar, organizó un batallón de mujeres que el 26 de noviembre impidió el paso de los españoles que intentaban la detención de Túpac Amaru II en el puente de Pillpinto. Armadas con escasos recursos, el triunfo en la Batalla de Pillpinto fue considerado “Una obra de la brujería, dentro de la mentalidad de la época”.
7. Doña Juana de Dios Manrique de Luna
Marquesa de Lara, le tocó vivir en la época más difícil de la independencia del Perú, pero ella fue una mujer con temple, como muchas otras. Junto con su esposo, don José Cayetano Luna Zegarra, abrazó con inteligencia y pasión la causa libertadora, participando activamente cuando los realistas ocuparon Lima.
Ella fue quien contactó a José Olaya para que llevara correspondencia entre los patriotas de Lima y Antonio José de Sucre en el momento que este estuviera atrincherado en la Fortaleza del Real Felipe ubicada en el Callao.
Nació aproximadamente en 1800. Sin embargo, se conoce que contrajo matrimonio con don José Cayetano Luna Zegarra, patriota a carta cabal. Es con él donde nace su sentimiento patrio y pensamiento de un pueblo libre sin sometimientos extranjeros. Ella participa de forma activa en grupos de patriotas cuya finalidad era liberar el Perú de España, su participación en la independencia era enlazar entre personas, la comunicación, el espionaje, apoyo económico en referencia a sus propósitos
En años posteriores, José de la Riva Agüero y sus funcionarios tuvieron que establecerse en Trujillo. Para la defensa de la plaza en el Callao se quedó el General Antonio José de Sucre. Juana de Dios ayudaba económicamente a los patriotas y colaboraba estrechamente con José Olaya Balandra en su labor de difundir la correspondencia entre los patriotas.
Doña Juana de Dios se enteraba de las actividades y de los planes de los realistas, los cuales llegaban al General Sucre a través de una perfecta organización de espionaje con base en su casa. Las comunicaciones de Sucre a los patriotas de Lima fueron entregadas por José Olaya Balandra a través de Juana de Dios. Sin embargo, fue apresado por el ejército realista. Lo torturaron con el fin de obtener información sobre las fuerzas patriotas. José Olaya Balandra no se amilanó ante el dolor.
Le aplicaron doscientos palazos y doscientos latigazos, que soportó sin ceder aun cuando le arrancaron las uñas. En la mañana del 29 de junio de 1823 pronunció, agónico, la frase: “Si mil vidas tuviera gustoso las daría por mi patria”; luego fue fusilado en el pasaje de la Plaza Mayor de Lima, que ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya
El jefe realista conminó entonces a doña Juana de Dios Manrique de Luna, heroica y valerosa mujer, a comparecer ante él. Ella estaba enferma, entonces el jefe ordenó a la tropa registrar su casa y someterla a intensos interrogatorios, pero Juana -con gran entereza- negó todos los cargos que le hicieron y no pudieron probárselos. Doña Juana ocultó hábilmente la organización, logrando salvar la vida de muchos que sostenían la causa libertadora.
“…esta mujer, era a la vez, dirigente de un grupo de señoras, que yo me voy a permitir leer el nombre de ellas, porque fueron las conspiradoras que estuvieron muy cerca de las bases secretas en las cuales se escondían los patriotas (…) fueron: doña Antonia Zumaeta de Riquero, doña Carmen de la Riva de López Aliaga, doña María de Isla, doña Tomasa Visitación Requena, doña Teresa Garay, doña Carmen Palacios de Tellería, doña Juana Sánchez de Zumaeta y doña Águeda de Tagle. Estas mujeres ayudaron a Juana Manrique de Luna, a entregar precisamente estas cartas, muchas de ellas venían en clave a los grupos importantes de Lima. De manera que la obra de Olaya, hubiera sido inútil sino hubiera estado presente esta gran patriota y esta gran mujer…”
Cuando se dio la independencia del Perú, José Antonio de Sucre la llamó “La patrona de Lima”
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