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Zulema Manrique / El dolor social

Dicen que el dolor social y la soledad es el lamento invisible y sin voz de nuestra sociedad. Es el grito de auxilio que nadie escucha y que experimenta quien se siente excluido, intimidado o apartado de un grupo. También define el sufrimiento de quien pierde un vínculo significativo. Esa forma de rechazo o pérdida interpersonal es algo que todos hemos experimentado alguna vez de un modo u otro.


En la literatura psicológica nos encontramos este término con frecuencia. Pocas experiencias humanas suscitan tanto impacto en la salud mental y física como esa forma de soledad y aislamiento. La padece el niño que no se integra en clase, la persona que suscita rechazo y desconfianza por su raza y también el joven que es atacado por su identidad sexual.


Sin embargo, en los últimos tiempos también hemos descubierto otra forma de dolor social: el distanciamiento. Existen muchos tipos de vivencias que derivan en este tipo de congoja emocional que, en muchos casos, puede derivar en más de un trastorno psicológico. Además, el dolor social también incluye experiencias de soledad, ostracismo, apilamiento, duelo, pérdida, rechazo, conflictos interpersonales y feedback social negativo.


En la actualidad, hay investigaciones que han permitido conocer el papel del factor social en las personas para adaptarse al dolor y sobre cómo las fluctuaciones en el estado de ánimo o en la conducta pueden desencadenar respuestas de apoyo en otras personas y también cambios en sus relaciones sociales.


Es por ello que el rechazo social, sufrir bullying, y otras formas que hagan que una persona se sienta excluida socialmente, está demostrado que causarán dolor social en la persona que lo sufre, siendo un dolor profundo y devastador a diversos niveles.


Experimentando el cerebro de la persona ese dolor social como si acabara de sufrir un golpe físico. Resulta fundamental dar la importancia que merece al bullying o cualquier forma de rechazo social que sufren diariamente muchas personas, destacando los niños, por lo que tanto la psicología como las neurociencias han realizado numerosos estudios al respecto. Además, es frecuente que las personas y la sociedad en general no den la misma importancia a violencia social, fruto del rechazo que desencadene en el aislamiento de la persona que ha sido rechazada, que a la violencia física, a pesar de que el dolor experimentado en ambos casos es bastante similar, pudiendo llegar a dejar peores secuelas psicológicas el dolor social.


Si sientes que estos ítem te afectan, puede que estés padeciendo de dolor social y no saberlo


1. El culto a la imagen genera el dolor social

2. La exclusión en nuestros escenarios de estudio y trabajo

3. El miedo al rechazo a raíz de los traumas de infancia, por la ausencia o descalificación de nuestros padres o cuidadores

4. La soledad en la pareja o en familia: estás a mi lado, pero no te siento

5. La discriminación en todas sus formas y el dolor social

6. La falta de conexión social, el vivir en soledad y no conectar con amigos y el entorno

7. La falta de sentido de la vida y el vacío existencial.


No hay fármacos para el corazón roto ni tiritas para el hijo que no se siente amado ni medicina que alivie la herida de la joven que ve cómo la critican y humillan en su cuenta de Instagram o Facebook.


Sabemos que cuando nos sentimos solos/as de forma sostenida en el tiempo, esto nos perjudica enormemente. Por un lado, la soledad, acompaña a múltiples enfermedades autoinmunes, inflamatorias, crónicas y neurológicas. Por otro lado, es un factor que incrementa el riesgo de padecer depresión, ansiedad, insomnio y múltiples enfermedades físicas.


Gestionando el Dolor Social


1. Cuida mucho a las personas de tu entorno. Cuidar implica preguntar de vez en cuando a aquellos/as con quienes convives sobre sus preocupaciones, miedos, y sus vidas, que sientan que pueden contar contigo.

2. Intenta realizar videollamadas con las personas que no están próximas a ti.

3. Abraza mucho. Sabemos que la pandemia lo ha impedido, pero en cuanto sea posible intenta recuperar ese hábito. Si vives con niños/as abrázales con frecuencia, esos contactos aumentan mucho el sistema inmune y desarrollo cognitivo.

4. Evita las pantallas y entra en el modo offline de vez en cuando. Recuerda que las cosas buenas suceden en la vida real, la virtual se basa en gratificaciones instantáneas.

5. Por supuesto, si te sientes solo/a ¡sé amable! Una persona amable busca hacer la vida más agradable a la gente de su entorno. Sin este componente las relaciones humanas son difíciles de gestionar.


Recuerda: Sentirse querido/a y acompañado/a mejora la autoestima y la seguridad en uno/a mismo/a.


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