Han pasado 41 días de aislamiento en el marco de la cuarentena decretada por el gobierno, con el objetivo de mitigar la transmisión del virus, aislarnos físicamente, no salir de casa o salir solo para realizar actividades puntuales harta conocidas, con mensajes diarios por todos los medios de comunicación escrita, hablada, escenificada, y todas las formas que hoy dispone la sociedad para dar a conocer a la población literalmente, un simple deseo ¨CUIDA TU SALUD¨ y ¨AYUDANOS A CUIDARTE¨. Sin embargo y con hondo pesar, vemos a miles de peruanos diariamente aglutinándose, empujándose, sin respetar distancias, ni normas, parece que la respuesta fuera, ¨NO ME IMPORTA MI SALUD, TAMPOCO LA TUYA¨.
Hoy lo desconocido (virus), lo que no es palpable ni evidente, no es foco de interés, para una gran multitud, mientras no sufra las consecuencias, es así que la gravedad de la pandemia actual encontró en sus inicios una fuerte soberbia e indiferencia ante los primeros resultados del coronavirus, tendencia que se fue incrementando conjuntamente con la transmisión. A gran escala, la motivación mundial continuaba en el interés sobrestimado de alcanzar metas económicas trascendiendo largamente lo necesario, la pugna por el poder económico cegando el insoslayable respeto por la dignidad humana, producto de ello, la tragedia humana ya visible. Innegablemente, nuestro Perú es parte de este contexto, parte de esta realidad que se hace más cruel cada día, y buscamos entre las causas algún factor que ayudaría al inevitable incremento de los casos de infección por el COVID 19, y al parecer uno de estos, tendría sus sustento en la calidad educativa, dado que la solicitud a la responsabilidad para cumplir con las normas, es un tema incomprensible e intrascendente para grandes grupos de población, probablemente resultado del propio sistema educativo priorizando la educación técnica con el supuesto de la ¨competencia¨ para algunos, para otros la degradada educación en tanto ámbitos y clases sociales diferentes. Un universo de contenidos educativos divorciados de una educación formativa moral socavando el tejido social hacia la única forma del materialismo.
Cabe citar a Sócrates filósofo ateniense, quien postulaba la educación en principio como el conocimiento personal de uno mismo y luego vendría en conocimiento del universo exterior. Platón, convendría como un proceso que permite tomar conciencia de la existencia de otra realidad y más plena; Aristóteles lo concebía como un principio mediante el cual la comunidad humana conserva, trasmite y mejora su peculiaridad física y espiritual. Así, otros filósofos modernos como Kant, asume a la educación en dos componentes, el primero, que incluye un proceso dedicado a los cuidados, la disciplina, y la instrucción, orientadas principalmente a la satisfacción de necesidades básicas del individuo; un segundo componente hace referencia a la formación, la cual involucra a la educación moral y cívica, considerando este componente como la meta fundamental del proceso educativo. Y así, podemos continuar citando otros filósofos que constituyeron referentes de la educación humana, los que rescatan la educación técnica, y moral.
Desde hace un par de décadas, el sistema educativo, se ha afianzado profundamente en la visión de competencias para responder principalmente a las necesidades materiales, que no es malo, no es malo buscar un mejor estatus social y calidad de vida, lo peor en este sistema es la enajenación de una fuerza complementaria de la educación moral, buscando la integridad humana, fruto de este divorcio, ahora sin necesidad de encuestas estudios ni investigaciones, se evidencia con intensa obviedad el comportamiento humano ante el COVID 19, aislado de dos virtudes o mejor hábitos morales como la responsabilidad y el respeto, entre lo básico, para la preservación de la vida. Es entendible que parte de esta población posiblemente lo haga por alguna necesidad imperiosa, pero no hay lógica de entendimiento para los que transgreden la norma por lo innecesario.
Pues bien, nuestra realidad educativa siendo tan evidente en el comportamiento humano actual, y teniendo la gran necesidad de incorporar la educación formativa moral al contenido temático de la educación virtual, las matemáticas o ciencias que en estos momentos se imparten, y si bien tienen su importancia, se fortalecerían con este complemento ético, buscando rescatar la ¨dignidad humana¨. Niños y adolescentes recibiendo educación complementaria técnica y humana, y la práctica de los valores en casa hasta que se hagan hábitos, fomentando el desarrollo o despertar de la conciencia en magnitud y trascendencia humana, pues el COVID19 por más cruel que sea, es una oportunidad de repensar el contenido educativo ante lo evidente, ¨educar/sabiduría e instruir/conocimiento¨, en igualdad de oportunidades, de tal forma que los postulados filosóficos cientos o miles de años después, tengan la oportunidad de concebirlos para nuestro sistema educativo. Nunca más ver, el desafiante comportamiento de las personas para el propio ser y la naturaleza, necesitamos al ser humano integro en esta esfera.
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