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Víctor Vásquez Villanueva / Bonos, pobreza y agricultura (3 de 5)

Jóvenes y clase media, en ruinas (… como la economía)

El Peru es una sociedad mayoritaria de jóvenes, quienes durante los últimos 20 años han configurado el rostro socioeconómico del país. Emprendedores y profesionales que dinamizan la economía y son formadores de la nueva clase media peruana. Este es el sector más afectado por las estrategias fallidas de los gobiernos de la pandemia COVID; al respecto, el ministerio de educación da cuenta que 6 de cada 10 jóvenes abandonaron/suspendieron sus estudios por el desempleo y la caída en sus salarios para verse obligados pasar a la informalidad como estrategia de supervivencia; los indicadores económicos financieros referidos a la morosidad en el sistema financiero, dan cuenta de esta cruda realidad.


La realidad intelectual del Estado lleva a que nuevamente el gobierno recurra al BONO, lo que confirma que esa ilusión solo sería entendible cuando comprobamos que nuestro país está siendo gobernado por personajes ateos a la buena economía y buen gobierno, pero si creyentes en fomentar el desgobierno, la demagogia y el caos.


La economía está -y seguirá- en cuidado intensivo: centros de producción incendiados (grupos politizados afines al gobierno), 15 mil millones de dólares agotados de nuestras reservas, 10 mil millones en nuevos créditos, quizás 136 mil millones en asistencialismos (BONOS y REACTIVA); 11 % de perdida cambiaria (abril a noviembre); inflación cercana a dos dígitos; aumento del encaje bancario (menor liquidez y mayor costo de los créditos), retracción de la inversión privada (se estima que el año próximo será CERO), deuda publica pasando de 26,8 % (2019) a 36,7 % (2021) y un déficit fiscal cercano al 7 % del PBI.


La receta de la actual “tormenta perfecta para destruir la economía” mantiene el caos y desborde social, cual estrategias para arrasar con el Estado de Derecho, seguridad jurídica y el respeto a la Democracia; pero muy útil para abonar el clientelismo, la miseria y mendicidad de nuestros pueblos. En ese contexto, son los tormentosos de turno -ayer pobres- los nuevos ricos a expensas de la desesperanza, el dolor y la miseria de los más necesitados.


BONOS Y AGRO … avanza la construcciíon de más clientelismo

Los productores agrarios reiteradamente señalan que no desean Bonos ni dadivas de los gobiernos, solamente exigen respeto y atención con los recursos necesarios para sus siembras. Ello parece no importar a las autoridades que, alejadas de la realidad, no hacen más que crear formas para entorpecer al agro y también para agrupar a nuevos clientelismos utilitarios que engendran finalmente corrupción. Crean su famoso BONO de apoyo directo y el BONO del fertilizante exprimiendo más al tesoro público cuyos recursos, vía impuestos y/o más deuda externa, representan 300 millones de soles y así solventar el incremento de los costos de los fertilizantes y el apoyo económico directo para la agricultura familiar (menores a 2 hectáreas).


Si bien en el país existen 1,262,720 (unidades) productores con propiedades menores o iguales a 2 hectáreas, a quienes se anuncia asignar 42 millones bajo la modalidad de Bono directo de apoyo económico (BED); los cálculos al respecto permiten afirmar que la demagogia y el facilismo son una constante impregnada en el gobierno para con los productores, considerando una asignación plana se concluye que a cada productor (indistinto del tamaño de su unidad) le correspondería un BONO por el importe de 85.85 soles. Ello sin siquiera saber ¿Quiénes serán los beneficiados? o ¿Cuáles serán los criterios de selección? o ¿cuántos y dónde están los productores agrarios?


El otro Bono, llamado del fertilizante, se dice será para los productores de 2.01 hasta 10.0 hectáreas, a quienes se reembolsará entre 350 hasta 1,300 Soles del valor de compra del fertilizante; plantean asignar para este Bono la suma de 250 millones de Soles. Según las cifras del CENAGRO señalan que existe un total de 750 mil productores, pero, solamente serían beneficiados 235,500 productores, ¿y los restantes?, acaso no son productores; la discrecionalidad en su asignación, es la fórmula perfecta para el clientelismo. Los “beneficiados”; recibirían en promedio la suma de 1,059.82 soles (o su equivalente a 266.00 soles por hectárea – ver tabla 1).


Estamos pues ante una medida promovida por el gobierno solo para salir del paso y enviar señales de una medida falsa, pero efectista, populista, demagógica y de asistencialismo pernicioso, cuyas consecuencias terminan empobreciendo al agro y al Perú; como suele ocurrir ante la falta de seriedad y capacidad profesional.


Acaso no será más rentable que esos recursos (300 millones de Soles) se orienten a mejorar la tan deteriorada infraestructura económica productiva u orientarse a construir en cada valle los centros de acopio de productos agrícolas necesarios para concentrar y ordenar la oferta agrícola, tal que nuestros productores logren una real integración a los mercados, al dejar de seguir dependiendo de intermediarios de las cadenas de transformación e industrias conexas (como en el arroz, maíz, papa, algodón, etc). Esta será la mejor manera de avanzar hacia una agricultura competitiva e integrada a los mercados.




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