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Victor Vásquez

Víctor Vásquez / Nuevos partidos viejas mañas (1 de 2)  

Nuevos partidos, pero con viejas mañas   

 

“nuestro respeto, a aquellos nuevos peruanos que deciden participar para cambiar al Perú y devolver nuestra Dignidad”. Los partidos políticos son la esencia y expresión viva de la Democracia, cuando ésta va en camino de su decadencia, se debe a que los partidos son cualquier cosa menos llamado partidos. Triste realidad que vive la democracia peruana desde la partida, a la eternidad, de sus grandes Líderes como Haya de la Torre, Bedoya Reyes, Fernando Belaúnde. El devenir de dichas agrupaciones políticas, durante los tres últimos decenios está signado por su descomposición ideológica, resultante de los apetitos personales y de las luchas internas por ser ungidos representantes.  

  

También es cierto que dichos partidos se hicieron del poder para gobernar y cogobernar al Perú, pero su accionar desastroso fue configurando una sociedad desestructurada con ribetes de prosperidad, tan ilusoria como hipos de una indigestión. En paralelo, aparecieron los falsos salvadores y protectores de la democracia que en conjunto nos entregan una Democracia envilecida y un Estado asfixiándose y normalizando la corrupción e ineptocracia. A ello no escapa la voracidad de los partidos – empresa, que encontraron en el poder la razón de su existencia para saciar sus apetitos  

  

Son estos grandes males, a los que se tiene que enfrentar el Perú del siglo 21, si desea reencontrarse en el camino de su desarrollo; esta diagnosis, poco importa a los “políticos” quienes en nombre de la Democracia conformaron “castas” regionales, locales y nacionales, todos con el cuento de gobernar para los peruanos mas excluidos, hasta convertir al Perú en un país del primer mundo; bonito cliché para engatusar a los electores.  

  

Pero muy a pesar nuestro, hoy la voracidad y el saqueo ponen en la vitrina política a más de treinta partidos políticos, todos tratando de ocupar un lugar en el partidor y, con el organismo electoral, ideologizado a favor de la destrucción y miseria, puede que lleguemos al medio centenar; todos ellos, enfocados en las elecciones presidenciales del año dos mil veintiséis. El espectro político, hoy es equiparable a cualquier supermercado donde encontramos varias marcas y distintas presentaciones de los productos en oferta (mentiras y demagogia), que el cliente por su no apego a informarse terminará inducido a su elección.   

  

Esta desafección del electorado peruano a estar informado hoy, va teniendo la sensación que existen nuevos partidos y que soplan nuevos vientos y que competirán nuevos actores, al extremo que ya empiezan a internalizar que estos “nuevos” serán diferentes de los tradicionales, a quienes, con razón, culpan de todos los males, olvidando que en el pasado los eligieron. Su ilusión latente y una constante es decir que, “por fin la manera de hacer política, va a cambiar en nuestro medio”.   

  

Pero como de costumbre, ganó la curiosidad y asomamos con cuidado la cabeza por la ventana de cada uno de estos “nuevos partidos” y nos llevamos una gran sorpresa, puesto que la gran mayoría de éstos, nuevos partidos, no son más que una especie de casas aparentemente nuevas, pero con paredes construidas con un buen porcentaje de ladrillos y adobes viejos, a medio maquillar, y es ahí donde se refleja la trampa o el fraude del producto político que nos están ofreciendo. Lo grave radica que, en la mayoría de nosotros, sólo trabajamos con la memoria de corto plazo. Debemos reconocer que tenemos una gran capacidad para el olvido y eso da lugar a que se empiece una cuenta nueva. Generamos un ambiente propicio, para que los individuos, se reciclen fácilmente.   

  

Esta cultura del olvido, es bien sabida por los promotores de esta nueva aventura agregando su cuota de indecencia y falsa política con tal de estafar a los desmemoriados electores; éstos nuevos dueños de nuevos partidos hoy están en una frenética carrera recogiendo a otroras personajes “caudillos” que son actores directos y cómplices de la oprobiosa corrupción y desgobierno. Éstos son partidarios de la sentencia “el fin justifica los medios” todo por hacerse del poder y que para ello no dudan en juntar perro – pericote y gato.  

  

“Casa nueva, construida con ladrillos y adobes viejos mal maquillados”, si les aceptamos de buenas a primeras, nos estamos engañando, y los vivos de siempre, como es de esperar pretenden engañarnos para beneficio propio. Quizás al ciudadano de a pie, le podrá parecer muy lejana la fecha de las elecciones, pero ese parecer no lo comparten los oportunistas, dado que estos fulanos piensan que cuanto más se madruga, mayores son los beneficios. Como “buenos” católicos sentencian, “al que madruga, Dios lo ayuda". Ojalá que no se les cumpla.  

  

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