“A pesar de una sólida economía, la crisis de gobernabilidad, corrupción y la lucha de poderes del Estado, socaban las bases de la débil democracia y precaria institucionalidad”
Frente a la realidad de un cuasi desgobierno que atraviesa el país, el Perú empieza a vivir los estragos de una recesión económica, más por los errores del propio gobierno antes que por efectos externos; la recesión se avizora será difícil superar en el corto plazo. La autoridad monetaria hizo su trabajo, no la mejor, para reducir la inflación (8,56 %) que cerró el 2022, la más alta después de 25 años y el gobierno se encarga de tirarla a la borda.
Se pronostica que el 2023, la inflación se habrá reducido, esperándose sea de entre 4 – 4,5 %, reducción que está dejando como herencia una “negada” recesión económica expresando en el incremento de la pobreza, el desempleo y el deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos en especial a los más vulnerables (casi 60 % de peruanos).
A un gobierno sin metas concretas y reales y casi sin rumbo, más fácil le resulta recurrir al facilismo del derroche fiscal, aplausos de corto plazo, antes que priorizar una Agenda Perú que permita generar confianza y seguridad jurídica, factores condicionantes para garantizar el regreso de capitales e inversiones. La recesión económica es sinónimo de menor recaudación de impuestos, dinero necesario para financiar al presupuesto de la nación, frente a ello teniendo a un gobierno embarcado en el populismo y la sobrevivencia, se verá en la necesidad de recurrir a los préstamos internacionales, hipotecando a los peruanos de hoy y del mañana. Gobernar no es pactar acuerdos con mercantilistas, ni políticos/partidos, vientres de la corrupción y destrucción.
El análisis de estos últimos 20 años tiene por propósito entender que la abundancia de los recursos, están gestionadas por una comprobada ineptocracia pública y política y, además, están afianzando los cotos de corrupción que cada día se transversaliza mas en la sociedad debilitando sus cimientos de principios y valores.
Parecería que los objetivos de quienes nos gobiernan, es implosionar al propio Estado. ¿Nos merecemos?
1. POBLACION: cuanto somos
La población peruana muestra una constante tendencia a la baja en su tasa de crecimiento (1,6 % promedio anual entre 1993 y 2007, y de 1.2 % el 2021); así, entre el 2003 y 2022 pasó de 27,1 millones a 33,4 millones que significó un 23 superior al año base (2003). Alrededor del crecimiento vegetativo poblacional subyacen muchas interrogantes en relación a las actuales y futuras condiciones en que se desarrolla cada peruano sabiendo que la economía ha transitado por épocas de crecimiento económico pero que lamentablemente su gestión está inmersa en un Estado cada vez más alejado y ausente de los ciudadanos, es un Estado que muestra incapacidad para cumplir sus funciones y roles expresado en la provisión de servicios básicos que promuevan el desarrollo y crecimiento, en condiciones de libertad y equidad. Enfrentamos a un Estado incapaz de gestionar el desarrollo teniéndolo como el principal promotor de la desinversión privada y gestor por excelencia del derroche fiscal y del endeudamiento externo.
Dos décadas de crecimiento económico, excepto 2008 (crisis financiera externa) y 2020/2021 (COVID), los índices de población en situación de pobreza y pobreza extrema (monetaria) dan cuenta que existen 10,9 millones de peruanos (32,5 %) que están en condiciones de pobreza y para quienes las bondades del crecimiento económico, los condenó a vivir en el cajón del olvido. Además, la actual condición de recesión económica es previsible un crecimiento mayor de pobreza como lo advierte la Defensoría del Productor Agrario al señalar señala que más de un tercio de la población peruana estaría próxima a integrarse al club de la pobreza, mostrando un retroceso de 20 años.
Con un mayor detalle de la evolución y relación de la pobreza con el Producto Bruto Interno (PBI) se muestra que la tasa de pobreza pasó de 58,7 % (2003) a 27,5 % en el año 2022; sin embargo durante el periodo 2004 y 2013 el PBI per cápita creció a una tasa promedio de 5,8 % y la tasa de pobreza se redujo a un ritmo de 3,9 % por año, mientras que durante el 2013 y 2019 el PBI per cápita subió a una tasa anual de 1,5 % y la pobreza lo hacía a tan solo 0,6 % anual; obviamente que durante la época de la pandemia (COVID) estos indicadores mostraron mayor contracción al extremo que el PBI cayó a -12,9 %.
Entonces, sí el crecimiento sostenido de la economía se muestra en la incapacidad de reducir la pobreza, en términos absolutos, se puede colegir que los diagnósticos y acciones para reducirla son inapropiadas en tanto nunca fueron abordadas con seriedad el origen de las desigualdades existentes estructurales en la economía y sociedad, que son el factor permanente de exclusión y pobreza; sus acciones fueron para remediar desigualdades coyunturales. Todo lo hecho hasta ahora es basarse en un enfoque coyuntural, inversión pública improductiva, corrupción, mayor Estado, derroche fiscal (Bonos y otras dadivas), sistema de justicia impredecible y corrupto.
En resumen, el Perú está representado por un Estado disfuncional donde la corrupción, hoy convertida en metástica en todos los niveles del Estado, no sólo arrebata oportunidades en especial, para los sectores jóvenes, sino además deteriorando la condiciones y calidad de vida para los 34 millones de peruanos. Cifras oficiales proporcionados por la oficina de Migraciones dan cuenta que, en este último año, emigraron alrededor de 450 mil jóvenes, los impactos de este fenómeno empezarán a ser sentidas por la economía y sociedad en el mediano plazo , estamos retrocediendo a los años de mediados del 2000.
Tabla. 1. Población, Pobreza e Inflación
Comments