El Perú y su democracia entre dos fuegos
corrupción e impunidad
3. Mintiendo para ganar votos en nombre de la Democracia
Reconociendo la debilidad/precaria democracia existente, resulta inaudito comprobar que desde los organismos públicos (Estado), se hace poco o nada por fortalecer el sistema democrático, de allí que cada 4 o 5 años cuando el ciudadano va a ejercer su libertad, condicionada, de elegir enfrente abundantes promesas de quienes desean representarlos.
La estrategia de estos potenciales representantes, siendo parte de los extremos políticos, para enfrentar al electorado es presentarse con discursos menos radicales y de esta manera, atraer y asegurar la mayor cantidad de votos posible de sectores de la población que hubieran preferido una opción moderada (pues a la larga son éstos los que van a decidir la elección).
En este punto si bien, como se comenta, existen candados para los partidos políticos y políticos en el sentido que su propuesta electoral debe estar contenida, en los planes de gobierno para promover que la elección ciudadana sea sobre la base del llamado voto responsable. La verdad es que los planes de gobierno, no tienen ningún carácter vinculante con el ciudadano, de allí que una vez llegados (partidos y políticos) al poder del Estado, todas las “promesas contenidas” en los planes, quedan en el olvido.
Esta doble actitud descarada, que linda con la mentira es uno de los factores que acrecienta la desazón de desconfianza y malestar en los ciudadanos; al final, se tienen ciudadanos que se sienten estafados y engañados por los partidos y políticos ganadores pero elegidos con la mentira, sin que reciban posteriormente sanción alguna, esta práctica y estos actores, son quienes contribuyen a menoscabar la validez del sistema democrático.
Mientras llenes de más mentiras, promesas y dadivas entregadas en las campañas electorales, mayores posibilidades tendrán de ser elegidos, reza el dicho popular. La pregunta surge ¿Qué responsabilidad tienen los órganos electorales6?, señalaremos que ninguna, al extremo que su desidia contribuye a facilitar los financiamientos oscuros provenientes de ilícitos penales, como son el narcotráfico, minería ilegal, trata de personas, extorsiones y la corrupción pública (Estado), a ello se agrega los financiamientos a cargo de las futuras inversiones (repartija de los recursos públicos).
Otro de los argumentos, lamentablemente, normalizados, es culpar a los electores7 de tan malas decisiones que afectan a la Democracia, olvidando que los candidatos son presentados como la oferta electoral de los partidos o movimientos políticos. Se dice que los mal partidos políticos, son el inicio del envilecimiento de la Democracia, en tanto éstos están convertidos y funcionan como empresas políticas, cuyos promotores/dueños8 ven en cada proceso electoral la oportunidad para el enriquecimiento, ventas del lugar en la lista partidaria, y del futuro enriquecimiento, desde el control del Estado.
La indiferencia y desdén, por conveniencia, de quienes desde el Estado están llamados a preservar y fortalecer el sistema democrático, es uno de los mecanismos de protección que pone en práctica el actual sistema político sin poco importarle el ejercicio y poder del ciudadano para el ejercicio pleno de sus derechos políticos. Esta realidad nos debe imponer el trabajo, para alentar y hacer realidad la agenda política del futuro inmediato sabiendo que los ciudadanos son la esencia y razón de ser de la democracia; lograr este propósito significará nuestra contribución a desterrar el clientelismo partidario y los secretismos en la gestión pública y administración del país, recordar que este oscuro actuar público, anualmente cuesta 25 mil millones, recursos que explican la creciente brecha de insatisfacción ciudadana.
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