Ley que promueve la transformación productiva, competitiva y Sostenible del sector agrario hacia la agricultura moderna (“ley z”)[1]
2.6. El tema del Agua. (Art. 13 y 14)
En la propuesta, no se parte por reconocer que existe una brecha hídrica, que afecta de manera directa a la actividad agropecuaria. Pues para nadie es un secreto, que existen cultivos de secano en la sierra, que en la costa extensas áreas sólo se cultiva una campaña al año, por falta de agua. Que los pequeños y medianos productores, son tentados por el monocultivo debido a la escasez del recurso hídrico.
Pero si se habla de construcción de reservorios, (Artículo 13) en el área agrícola para guardar los excedentes. ¿Cuáles excedentes?, si constatamos que en gran parte del país los campesinos no cuentan con riego regulado.
Se debe considerar la identificación de las fuentes de agua, así como también las posibilidades de trasvase y almacenamiento, y su posterior conducción para el consumo poblacional, agrícola –ganadero, industrial.
La Autoridad Nacional del Agua, debería como parte de la transferencia de tecnología, ocuparse de cambiar la forma de uso de la misma en los campos agrarios, generando módulos de riego tecnificado, aprovechando las energías renovables. Considerar el revestimiento de canales, uso de mangas, instalación de compuertas, modernización de la administración del agua, que nos garantice una eficiente distribución y conservación de la calidad del agua.
2.7. De la Gestión y aspectos complementarios. (Art. 15, 16, 17)
La comercialización, artículo 15. Inciso F: La ley insiste en promocionar “las ferias nacionales e internacionales, para ofertar nuestros productos”.
Es necesario en primer lugar establecer, el área o jefatura del MIDAGRI que acompañe al pequeño y mediano productor a decidir su cédula de cultivo en función del mercado. No es posible que el productor siga decidiendo sus siembras teniendo como referencia el precio obtenido la campaña anterior, y todos siembran maíz, hay mayor producción y el intermediario se aprovecha, baja el precio y todos pierden; y desde el Estado, MIDAGRI, programen en función de la tasa de crecimiento a esperar. Lo que se hace ahora es recibir la intención de siembra, eso no es más que un deseo, porque a la hora de la hora, se decide sembrar en función del poco capital que se consigue, de la semilla que tiene a la mano y adivinando si se presentan o no lluvias. Eso es actuar en la incertidumbre y una vez teniendo un Estado ausente.
Se debe estimular las relaciones de mercadeo entre los pequeños y medianos productores agrarios, la industria transformadora y los consumidores, o con los mayoristas que son los últimos eslabones de la cadena comercial y, esto demanda establecimientos de intercambio comercial permanentes y adecuados, para que los consumidores u otros agentes de la cadena comercial tengan la seguridad del abastecimiento continuo, incluso con compromisos de producción y compra por anticipado. En estos nuevos modelos, la promoción de alianzas estratégicas promovidas desde el Estado debe orientarse a la participación de inversores privados. No sigamos promoviendo desarrollo de mercados agrícolas sobre la base de herramientas y modelos anacrónicos.
Así mismo, otro punto está referido a lo explicitado en el inciso G, donde se dice que se promoverán programas de inversión orientados al manejo y, conservación de suelos, impulsando a la vez la producción orgánica. Al respecto se debe establecer como prioridad el cuidado del suelo, como parte del desarrollo de una agricultura sostenible. En la actualidad el MIDAGRI, ha implementado laboratorios de análisis de suelo en varias regiones del país, pero con un actuar pasivo, no cuentan con suficientes recursos y esperan que los pequeños y medianos productores los vayan a buscar. Una vez más enfrentamos la intromisión del Estado que solo persigue mantener y ensanchar la burocracia. ¿Dónde queda la promoción y rol subsidiario del Estado?
En este tema tan sensible se requiere, contar con un equipo que sea capaz de motivar a los usuarios a asumir el análisis de suelo como una medida esencial en el proceso de producción, pero además dar las indicaciones del tratamiento del suelo, premiando a quienes cumplan y sancionando a quienes incumplan. Por ejemplo, el certificado de análisis de suelo, debe ser un requisito fundamental en la aprobación de crédito. La tasa de interés baja, puede ser un buen incentivo para los cumplidores.
Por el lado de fomentar la transformación primaria debemos pasar a tener en cuenta y hacer realidad la posibilidad de la industrialización de una parte importante de la cosecha, que muchas veces se pierde y que bien se puede relacionar con la formación de pequeños módulos industriales estandarizados, que ocupen la mano de obra de las mujeres campesinas. La industrialización sin ninguna duda, contribuiría al incremento de los ingresos de las familias de los pequeños y medianos productores. Existen experiencias exitosas de pequeñas industrias, administradas por familias y pequeñas asociaciones, como son la panela, la algarrobina, harinas, deshidratado de frutas, frugos, aceites y licores, que bien pueden servir como ejemplo.
La Ley (Artículo 16) promete que va a promover la descontaminación del agua y la gestión de la huella hídrica, la primera como responsabilidad del Estado y la segunda correspondería al sector privado. Otra preocupación es no considerar la participación de las Juntas de Usuarios de agua, que requieren con urgencia ser reorientadas para que dejen de ser simples repartidoras de turnos de agua para el riego agrícola.
En cuanto al planteamiento de adoptar lo que está de moda la agricultura regenerativa y orgánica. Artículo 17. Se debería ser muy cuidadoso al referirse a la posibilidad que: “Se promoverá la agricultura Regenerativa y Orgánica como sistema de cultivo y ganadero. Con base a la regeneración de la salud del suelo”.
El término “producto orgánico” se viene usando desmedidamente, algunos creen que basta con no utilizar abonos sintéticos, para querer calificarlo como orgánico, pero usan insecticidas y pesticidas, a diestra y siniestra. Este nuevo mercado ante la ausencia de un sistema de certificación real está dando lugar a una depredación del mercado siendo los consumidores quienes terminan pagando por un “seudo servicio” y “seudo producto orgánico”.
Según los entendidos, “La agricultura orgánica es un sistema de producción, que trata de utilizar al máximo los recursos de la finca, dándole énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica y al mismo tiempo, a minimizar el uso de los recursos no renovables y no utilizar fertilizantes y plaguicidas sintéticos para proteger el medio ambiente.”
Entonces no es tan fácil como se escribe y se declara y hemos tenido muchos problemas con envíos de productos agrícolas al extranjero, con el rótulo de “orgánico” cuando no lo son.
[1] Es una iniciativa resultante de sesiones descentralizadas desarrolladas por la Comisión Agraria del Congreso de la República bajo la presidencia de la Congresista Cruz María Zeta Chunga, de Fuerza Popular. Se estima en total 40 horas de “asambleas”.
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