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Victor Vásquez

Victor Vásquez / Quinua en pan escolar ¿ensayo? 

La Quinua en el pan del desayuno escolar: ¿globo de ensayo?

 

Más dinero y más anemia: colapso de los programas alimentarios

El programa Qali Warma, brinda asistencia de desayuno escolar para los educandos de las instituciones de educación pública; su población beneficiaria suma alrededor de 4, 2 millones de escolares y cobertura a unos 68 mil centros educativos, en todo el territorio nacional. Los recursos asignados, para este programa público (desayuno escolar), durante esta última década, han experimentado un considerable incremento (102 %), pasando de 1,093 millones (2013) a 2,200 millones (2024).

 

Las asignaciones monetarias para todos los programas alimentarios, a todo nivel de gobierno, ascienden a 2,980 millones de soles, donde Qali Warma, representa el 74 %, esperándose una mayor cobertura de centros educativos de Jornada Escolar Completa y del ámbito amazónico. Además, 526 millones de soles se orientan al Programa del Vaso de Leche, 233 millones para financiar comedores populares y 98 millones para el programa PAN TBC, que entrega víveres para los pacientes con tuberculosis y sus familias.

 

En cuanto al uso de la quinua, como insumo, para la elaboración de panes a ser éstos entregados en los desayunos escolares, puede resultar buen propósito siempre que no termine generando efectos negativos en el mercado, interno y externo.  No está en discusión las propiedades nutricionales de este grano andino.

 

Cuando los niveles de anemia están en aumento, llegando a niveles del 37 % y en el área rural llegan al 46 % (con picos de hasta 78 % Puno), es de esperar que el gobierno ensaye algunas “supuestas” nuevas estrategias de contención, como el uso del arroz fortificado y la harina de quinua para la elaboración de panes para los niños y educandos. La interrogante es saber, si estas iniciativas forman parte de una nueva estrategia alimentaria o, simplemente anuncios para disipar el malestar de las madres de familia frente a la ineptitud, fracaso y corrupción, que envuelven a los programas sociales.

 

¿Así de fácil y simple será?

Específicamente, en cuanto al uso de la harina de quinua, para la elaboración de panes para los programas sociales, surgen algunas inquietudes válidas que sean abordadas, cómo por ejemplo: a) cuál será su impacto en los precios, de la actual oferta interna, que van al consumo directo; b) se reducirán las exportaciones de este grano, a sabiendas que, el 65 % de la producción es exportada y representando casi 100 millones de dólares; c) se tiene analizado el impacto que significaría reducir la presencia en los mercados externos (ya ganados); d) el nuevo destino de la quinua (para panes) tendrá impactos en los actuales niveles de consumo per-cápita, que obviamente se esperaría ver reducidos.

 

En el Perú (2024) se espera sean cosechadas casi 76 mil hectáreas, logrando tener una producción total de 122 mil toneladas (1.6 tm/ha); además que alrededor del 65 % es orientada al mercado externo, generando divisas en el orden de 100 millones de dólares.

 

¿Y la harina para el pan?

El reciente anuncio de, utilizar complementariamente, harina de quinua (20 %) para la elaboración de pan para los desayunos escolares no pasará de ser una anécdota cargada de buenas intenciones, propaladas en un escenario de alta inestabilidad social de las familias (madres) de los beneficiarios, situación resultante por la inoperancia del ente público encargado del programa (MIDIS – Qali Warma).

 

Lograr cumplir el objetivo anunciado requiere mucha decisión, más cuando las tasas de crecimiento de los indicadores productivos, del cereal, van por el orden entre 2 – 4 % anual; son tasas insuficientes para atender la generación de la nueva oferta de este deseo gubernativo, salvo que se busque desatender las observaciones arriba reseñadas. 

 

Las ofertas agrícolas no son espontáneas

Es oportuno preguntarse ¿Qué se esperaría desde el MIDAGRI?, para lograr ampliar en el corto plazo la frontera agrícola de siembras de quinua en unas 10 mil nuevas hectáreas, superficie cuya producción asegure satisfacer la nueva demanda, inducida, de la harina de quinua, sin afectar los actuales niveles de consumo per-cápita y tampoco la demanda externa; no hacer un plan significará además entregar nuestros mercados internacionales, ganados a fuerza y tenacidad, a la quinua boliviana o ecuatoriana.


 

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