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Victor Mantilla / Material COVID en los EEFF

Materialidad Covid en los Estados Financieros

Algo reiterativo que veo en reuniones con analistas de bancos y boutiques de inversión es la incertidumbre al momento de determinar el impacto real del COVID en los estados financieros de las empresas con las que trabajan. Incluso en este momento, donde una serie de procesos de adquisición de empresas se vienen discutiendo, se genera una duda fundamental sobre que EBITDA debe considerarse al momento de determinar el valor del “target” a adquirir.


La realidad nos muestra una crisis sanitaria causada por el COVID-19 que no posee precedentes ni referentes y donde tenemos medidas decretadas por los Gobiernos para frenar el avance que tienen impactos directos sobre la continuidad de las empresas, sus expectativas y proyecciones, sin mencionar el impacto que ha significado la interrupción parcial o total de sus operaciones.


Además, acorde con la NIC 1, hay que analizar el impacto del contexto actual guiados por la hipótesis de que el negocio seguirá en marcha; es decir, se preparan los estados financieros bajo la consideración de que la empresa va a continuar. Para ello se debe tomar en cuenta toda la información disponible vinculada con el futuro y considerando que el análisis depende de la realidad económica de la compañía en el presente.


Si a ello le sumamos que el restablecimiento de la actividad empresarial supone estrictos protocolos de seguridad, manejo de incertidumbre, sobrecostos y acceso cada vez más restrictivos a fuentes de financiamiento bancario y/o crédito de proveedores, el impacto que tendrán estas consideraciones en la auditoría de los estados financieros del 2020 y el 2021 será significativo. Ya las NIIF indican que estas consideraciones sean evaluadas con premura frente a la elevada incertidumbre en un entorno de crisis ocasionada por el COVID-19 y sugiere contar con una capacidad de revisión constante. No olvidemos que en contabilidad es imprescindible, como señala María Sanz de ILP Abogados, “tener presente la materialidad de determinados hechos y como su inclusión o exclusión en los estados financieros va a tener consecuencias en la evaluación de sucesos pasados, presentes y futuros”.


Por ello, como señala TMF Group hoy toca “Revisar, reconsiderar y reformar” conceptos como el deterioro de activos no financieros, efecto en existencias y activo fijo, variación de ingresos y costos, cambio en el valor razonable de los instrumentos financieros y la evaluación de los contratos de arrendamiento. De todas estas áreas de riesgo a evaluar, desde mi punto de vista, las más importantes serían el efecto en existencias, ya que es necesario recalcular su valor de realización, determinación y registro de las mermas por deterioro o por depreciación natural de mercado y, sobretodo, el ajuste del valor en libros -todo un reto para cualquier equipo contable y su registro como gastos del ejercicio. Por el lado de activos fijos, es necesario dimensionar el impacto de la paralización obligada que considera anular parte de la depreciación basada en unidades producidas y, de considerarse, tendría que suspender la capitalización de los costos por préstamos.


En el tema de los ingresos y costos de producción es innegable que la reducción de ventas por menor demanda y restricciones de actividad deben reevaluarse y a ello debemos agregar el efecto de descuentos, devoluciones, reembolsos, créditos fiscales, etc; así como los costos de materiales desperdiciados, la reducción o incremento del costo de mano de obra u otros recursos necesarios que no se podrán trasladar al precio y tendrán que ser registrados como gastos o ingresos adicionales. Además, tenemos que ver como registrar los acuerdos que tengamos con proveedores, ya sea en descuento de deuda o reprogramación de la misma.


En lo que corresponde al efecto en instrumentos financieros y su valor razonable, se deberá evaluar las pérdidas en los derechos de cobro, deterioro en las inversiones en valores y a partir de ello estimar el nuevo valor dados los nuevos escenarios de la economía en general. Además, toca revisar los refinanciamientos de deuda con tasas de interés altas en un contexto de bajas tasas y a partir de ello considerar el registro de algún tipo de contingencia. Asimismo, es necesario evaluar y determinar potenciales incumplimientos de covenants y el costo de los “waivers” asociados. Por el lado de arrendamientos, la pandemia ha generado que estos contratos presenten suspensión o diferimiento de pagos que tendrán que corregirse y reevaluarse en el registro de los mismos como pasivos a largo plazo, lo cual fue exigido para el cierre de estados financieros del 2019.


Como corolario de este ejercicio que debe mantenerse durante varios meses es fundamental el papel que cumpla la Gerencia General en (i) la generación de información detallada, confiable y completa del efecto de la pandemia para shareholders y stakeholders (ii) contar con la claridad de cómo los riesgos de la pandemia vienen afectando al control interno contable y la respuesta de los órganos de gobierno para mitigar dichos riesgos y/o considerar nuevos. Debemos estar al pendiente del comportamiento de la pandemia para saber si tocará -por ejemplo- una nueva cuarentena y con ello cambiamos las proyecciones y provisiones mientras que, en paralelo, se necesita capacidad de gestión para no romper la cadena de pagos y optimizar (o reducir) los costos de modo que podamos asegurar que la empresa siga en marcha.


Queda claro que se vienen tiempos de control y supervisión permanente del registro adecuado de las principales variables que estén expuestas a la pandemia y las medidas que los Gobiernos tomen para controlarla porque esta pandemia no ha terminado y sus efectos trascenderán a la misma.


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