A finales de Mayo la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV) envío la circular 140-2020 señalando la necesidad de identificar el impacto de la pandemia en los estados financieros de las empresas con valores inscritos en el Registro Público del Mercado de Valores (RPMV). En dicho documento, la entidad indica su preocupación ante la “significativa” incertidumbre con relación a la certeza en el cumplimiento de compromisos de pagos y las fuentes de financiamiento y flujos de efectivo.
En este sentido, hace algunos días participé de una capacitación para auditores sobre los aspectos a considerar para estar en línea con esta circular de la SMV. Más allá de los aspectos técnicos, las conclusiones iban por el lado de determinar el grado de deterioro de los activos no financieros y la posibilidad de cuantificar ese deterioro y si se mantendrá en el tiempo. Es que a raíz de la pandemia se han generado impases entre empresas y sus clientes, así como con sus proveedores y bancos y todo ello requiere ser expresado en sus registros contables.
Definitivamente, durante estos últimos meses, las empresas se han dedicado a “salvar” el negocio y no evaluar su contabilidad. Los meses de cuarentena y la lenta recuperación de actividades ha generado menores flujos de ingresos que no ha tenido el ajuste correspondiente en estructuras de gastos y costos, sin mencionar su efecto en cuentas del balance.
Además, tenemos problemas como el deterioro de inventarios, los cuales pueden presentar valores en libros que podría exceder su valor al momento de la venta. Entonces, el impacto -conocido de antemano- recién se registrará como una pérdida al registrar el ingreso por venta.
En la misma línea, la merma por pérdida o caducidad recién se registrará al momento de la realización del inventario. Lo que distintos especialistas en auditoría recomiendan es empezar a hacer provisiones en ese sentido, ya que, dada la imprevisibilidad del posible impacto, existe una incertidumbre material que pone en duda la capacidad de la empresa para operar. Por ello si la empresa prepara los estados financieros bajo este supuesto, debe revelar esas incertidumbres.
A lo anterior deberá agregarse lo que corresponde al riesgo de incobrabilidad que tendrán las empresas de cara a sus clientes. Entonces esta inminente morosidad también requiere provisiones. Adicionalmente, existe un riesgo en lo que corresponde a reconocimiento de ingresos por negociaciones específicas con clientes, lo cual supone una corrección del registro contable y el ajuste tributario correspondiente.
Como mencioné en mi anterior artículo “A fortalecer la banca” (www.efectividat.com/post/victor-mantilla---a-fortalecer-la-banca), “la reclasificación de muchos créditos es inminente, por la reprogramación per se, el retraso en pagos o el deterioro en las finanzas de las empresas” y considerando lo que señala Leo van der Tas, EY Global IFRS Services Líder, sobre que “la transparencia es clave, ya que existe una necesidad vital de información fiable para recuperar la confianza en tiempos de incertidumbre, y parte de ella se proporcionará a través de los informes financieros”, las empresas deben empezar a realizar el análisis contable financiero considerando dichos aspectos e ir comunicándolo a los que correspondan. La idea es poder vislumbrar un posible impacto para el cierre del 2020 y así evitar una sorpresa en marzo del 2021.
Aquí tenemos un papel importante y desafiante para contadores y auditores para saber presentar la información contable financiera de las empresas y brindar un análisis adecuado. Todo esto en coordinación extrema con sus CFO’s con el fin de sincerar la información contable e iniciar un proceso de provisiones acorde con sus actividades económicas lo permitan.
Es muy probable que las empresas públicas - aquellas que listan y son auditadas- estén trabajando en ello, pero “la base de la pirámide” -que es la mayoría del empresariado- y cuyo desfase generaría efectos adversos de gran magnitud en proveedores y bancos posee este sinceramiento de estados financieros como un pendiente de gran urgencia. Aprovechar el momentum actual para comunicar a stakeholders y stockholders lo que se vislumbra es lo que mejor corresponde, ya que hoy podrán entenderlo, mañana quizás no.
Aquí no aplica eso de que “es mejor perdón a pedir permiso”.
Comments