Ingresar a la Universidad San Marcos no es fácil, hay que vencer muchos obstáculos y persistir. Luego, cuando estás en sus aulas te enfrentas a la desidia y desinterés del Estado por la educación universitaria pública. No encuentras las facilidades y comodidades existentes en las universidades privadas. Todo se debe hacer. Y, sin embargo, nada vence al espíritu del estudiante sanmarquino por alcanzar la excelencia académica. En sus aulas, además, aprendes a amar más al Perú, y te comprometes.
Por eso, en San Marcos, no encontrarán estudiantes que den por dadas las cosas y que acepten todo lo que se diga. Encontrarán sí, un espíritu crítico y transformador, alejado del estándar de la mediocridad. Algunos criticarán o no comprenderán el por qué los estudiantes exigen participar de las decisiones que la afectan. Y es que en San Marcos se aprende a participar: no se mira al costado ni se evaden las responsabilidades, se las afronta. ¡Tanta falta hace en nuestro país que los ciudadanos participen en las decisiones estatales!
Ésta mística sanmarquina al parecer no ha sido tomada en cuenta por las autoridades de la propia Universidad y de la Municipalidad de Lima. Hay que recordarles que el principio de autoridad se nutre y fundamenta de la legitimidad, jamás de la imposición.
Mi solidaridad con los estudiantes, como egresado y docente de San Marcos. Hay que recordar al país que los derechos se ejercen, y que San Marcos, luchando, también está educando.
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