“Si la norma que ha salido el domingo sobre los índices de masa corporal se aplicara, mañana se cierra el puerto de Paita. No hay ni un solo operador de grúa que cumpla con ese requisito, ni uno”. Con estas declaraciones Leonie Roca, presidenta de AFIN, criticaba las medidas dictadas que impiden el inicio de labores a las personas con obesidad al ser considerada un factor de riesgo frente al Covid-19.
Aún muchos se niegan a ver que la obesidad es una enfermedad crónica. Y muchas veces el tipo de labor que desarrolla una persona favorece su aparición, sobretodo las de carácter sedentario, como el caso los operadores de grúa a que se hace referencia. Así como esa labor, hay muchas otras.
Las empresas privadas no han asumido su rol para prevenir o desarrollar acciones que reduzcan o eliminen la obesidad en sus empleados que desarrollan actividades sedentarias. Han mirado para otro sitio o se han desentendido de promocionar actividades físicas entre su personal. No, no se trata de hacer un evento deportivo anual. Se debe ir mucho más allá. Es hora de entender que las actividades físicas y recreativas se deben masificar para todas las etapas de nuestra vida. Los altos porcentajes de obesidad entre la población joven (42%) y adulta (70%), nos pasa hoy factura, atentando contra la productividad del país.
Y lo seguirá haciendo mientras el Estado y la empresa privada sigan ignorando la importancia de la promoción de la actividad física en el país. No se trata de organizar eventos deportivos, se trata de tener una población sana que contribuya al desarrollo del país y a su propio bienestar.
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