Puerto de Chancay: la encrucijada de la innovación y el progreso
En la era del entretenimiento instantáneo y la inmediatez que define nuestras vidas, hablar de modelos de desarrollo basados en la innovación parece una quimera reservada a manuales académicos o conferencias de expertos. Sin embargo, en el caso del Puerto de Chancay, una obra de infraestructura monumental que aspira a posicionarse como el gran hub logístico de Sudamérica, conceptos como la Triple Hélice de la Innovación podrían ser algo más que un ideal teórico: pueden convertirse en la piedra angular del desarrollo regional y nacional.
La Triple Hélice[1], ese modelo que proclama la interacción entre universidades, empresas y gobiernos, tiene en Chancay un terreno fértil para probar su capacidad transformadora. ¿Qué puede aportar este modelo a un megaproyecto cuyo impacto promete redibujar no solo el mapa económico, sino también el social y ambiental del Perú?
El Puerto como Ecosistema de Innovación
El puerto, más que un espacio físico, debería ser visto como un ecosistema. Aquí no solo atracan barcos; también convergen intereses, capitales y personas. En este contexto, las universidades deben asumir un rol protagónico como generadoras de conocimiento. ¿Qué tal si, en lugar de limitarse a formar profesionales que alimenten la maquinaria existente, lideran investigaciones para desarrollar tecnologías que reduzcan el impacto ambiental del puerto? ¿O programas que optimicen la logística y hagan del Puerto de Chancay un modelo de eficiencia en la región?
Pero la universidad no puede trabajar sola. Requiere de la complicidad del sector empresarial. En esta ecuación, las empresas tienen el deber —sí, el deber— de mirar más allá del beneficio inmediato y apostar por soluciones tecnológicas que no solo aumenten su rentabilidad, sino que también respeten el entorno y a las comunidades aledañas. Atomización, digitalización de procesos y energías limpias son las cartas que deberían estar sobre la mesa.
El Gobierno como Orquestador del Cambio
Y luego está el gobierno, esa entidad tantas veces vilipendiada y percibida como un obstáculo más que como un catalizador del cambio. En el caso del Puerto de Chancay, el Estado tiene la oportunidad de redimirse. La creación de la Comisión Multisectorial mediante el Decreto Supremo N.° 004-2024-MIDIS no debe ser un mero formalismo burocrático. Si se toma en serio, esta comisión puede convertirse en el puente que conecte la academia, la empresa y la política pública.
¿Podrá el gobierno asumir el liderazgo necesario para garantizar que las políticas públicas incentiven la inversión, promuevan la innovación y, al mismo tiempo, protejan los derechos de las comunidades locales? Este es el desafío, y su éxito dependerá de la voluntad política para establecer marcos regulatorios claros y transparentes.
Un Futuro Sostenible e Inclusivo
La promesa de la Triple Hélice no es solo económica; es también social y ambiental. Si las universidades, empresas y el gobierno logran actuar en sinergia, el Puerto de Chancay podría ser un modelo de desarrollo sostenible que inspire a otras regiones. La clave está en integrar a las comunidades locales en el proceso, no como espectadores, sino como actores clave. Después de todo, la sostenibilidad no se mide solo en términos de emisiones reducidas, sino también en la capacidad de generar bienestar para quienes habitan la zona.
En un mundo donde las grandes obras de infraestructura son vistas con desconfianza por su impacto social y ambiental, el Puerto de Chancay tiene la oportunidad de ser diferente. Puede ser un símbolo de progreso que no sacrifica la ética en el altar del crecimiento. Pero para lograrlo, la Triple Hélice debe pasar de ser una elegante teoría a una práctica tangible y efectiva.
La Encrucijada del Puerto de Chancay
El futuro del puerto no depende únicamente de los barcos que entren y salgan, ni de los contenedores que maneje. Depende de la capacidad de los tres actores clave —universidades, empresas y gobierno— para colaborar de manera efectiva. Porque si hay algo que los nuevos tiempos nos enseñan, es que en un mundo donde lo banal domina la atención, quienes apuestan por el conocimiento, la innovación y la sostenibilidad tienen la oportunidad única de redefinir las reglas del juego.
¿Será el Puerto de Chancay el escenario donde la Triple Hélice muestre su verdadero potencial? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos. O en nuestra capacidad para convertir las palabras en acciones.
[1] Henry Etzkowitz y Loet Leydesdorff formularon en el año 2000 la teoría de la triple hélice refiriéndose a la interacción necesaria entre ciencia y tecnología, empresas, y administraciones públicas.
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