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Miguel Dávila / Competitividad Nacional al 2030 (1 de 7)


De espaldas a la digitalización de los factores productivos.


RESUMEN

El presente artículo aborda la problemática que se cierne sobre la competitividad nacional, al mantenerse distante del impulso a la digitalización de los factores de producción, destacando en ello la falta de comprensión de los pensadores y hacedores de políticas públicas sobre lo que implica el fomento de la Industria 4.0 dentro de los sectores productivos peruanos, como principal herramienta que dinamice la productividad de las Mipymes, reduzca sus costos de producción, y sume en calidad, dada la estandarización de productos que la digitalización de procesos productivos implica.


Actualmente hay claras muestras que desde el Estado se confunde sistemáticamente los conceptos de Internet 2.0 e Industria 4.0, hablándose de ambos como si fueran lo mismo dentro de las políticas públicas de digitalización del Estado. Del desconocimiento de estas definiciones básicas, parte el problema en que estamos sumiendo al sector industrial peruano, al no visibilizar políticas públicas claras sobre reconversión digital de factores productivos, versus países en Asia e incluso varios de América Latina que no sólo las han fomentado, sino que las han condicionado como modelo para una mayor competitividad, tal como ha sucedido en China.


Actualmente el Plan Nacional de COMPETITIVIDAD Y PRODUCTIVIDAD 2019-2030, emitido por el MEF en diciembre del 2019, no considera la fabricación digital como una de sus líneas prioritarias -ni secundarias- lo que a la sazón implica que postergaremos la digitalización y modernización del sector productivo por 10 años más. Por ello es urgente, que los conceptos que sobre digitalización se manejan desde los hacedores de política pública, sean actualizados, para así lograr los objetivos que un Estado moderno debe perseguir.




I. INTRODUCCIÓN:


La llamada “Industria 4.0” o también conocida como la Cuarta Revolución Industrial son denominaciones que implican una nueva macro evolución a nivel global, donde las tecnologías de fabricación digital forman parte de toda, o gran parte de la cadena productiva de las empresas productoras de bienes y servicios.


La actual Industria 3.0 es la que conocemos todos, fábricas que diseñan productos como respuesta a un estudio de mercado y para los que instalan líneas de producción que demandan una inversión inicial (por lo general elevada, lo que en economía se denomina alta barrera de entrada), para luego adquirir insumos e iniciar la producción, que logra competitividad a una mayor escala, lo que implica mantener un stock de estos bienes, y su posterior distribución y venta. Todos nosotros, consumidores, estamos acostumbrados a esta práctica que existe desde finales del siglo XIX, y nos limitamos a adquirir lo que el mercado oferta, teniéndose muchas limitaciones hacia la personalización, pues ésta es costosa dentro de la actual estructura.


En contraposición, la Industria 4.0, implica una línea de producción muy flexible, tan flexible que casi toda la producción podría ser personalizada y aun así no perder competitividad. Esto sólo es posible con la tecnología de fabricación digital que permite que la producción individual de productos también sea costo-eficiente, siendo que el concepto de “economías de escala” empiece a rendirse ante el reinado del mercado que cada vez, con mayor tenacidad busca productos personalizados.


Básicamente la fabricación digital se circunscribe a cinco equipos de producción: i) computadora con software de diseño 3D; ii) cortadora laser, iii) escáner 3D, iv) impresora 3D y v) ruteadora CNC. Con estos equipos, cualquier MYPIME -e incluso personas naturales- no importando su experiencia, ni conocimientos previos, puede llevar a la realidad en minutos cualquier idea que tenga, es decir adquirir el producto que demande, personalizado y no el que esté a la venta; productos diseñados desde la demanda, y no desde la oferta.


La Industria 4.0 no es ciencia ficción, ya es una realidad, basta con ver la gran cantidad de páginas web vinculadas a la llamada CULTURA MAKER, o cultura de “hágalo usted mismo”, donde Pinterest, YouTube, Facebook e Instagram son ya, una plataforma global donde las ideas son compartidas y pueden ser tomadas por cualquiera y reproducidas a la realidad. De la misma forma como hoy tomamos una foto con nuestro celular, la imprimimos a color en la impresora de nuestra casa y la colocamos en un marco en minutos; hace algo menos de 20 años esto no era posible, y aún KODAK, AGFA, FUJI entre otras se encargaban del proceso, hoy las líneas fotográficas de estas empresas son historia, sucumbieron ante la cultura maker.


Pero, ¿dónde conseguimos estas maravillosas máquinas que prometen hacer realidad cualquier idea?; desde hace más de 10 años está presente en nuestro país la red de FABLAB, un proyecto del MIT (Massachusetts Institute of Technology), que ha logrado colocar en el mundo más de 2,000 FABLABs y unos 20 en Perú. Un FABLAB es un laboratorio de fabricación digital que, tiene el objetivo de democratizar el acceso a las tecnologías de fabricación digital. En el mundo, ha tenido tal impacto que, hoy es posible comprar un kit de materiales y con el apoyo de algún video de la plataforma YouTube, seguir los pasos para ensamblar en nuestras casas una impresora 3D o un Router CNC con nuestras propias manos y sin conocimientos previos. Es decir, sin apoyo del Estado hoy tenemos disponible la tecnología para reconvertir y/o iniciar una nueva línea de producción o un nuevo emprendimiento, con un muy bajo costo, lo que implica incluso tener una muy baja barrera de entrada.


Reiteramos en este punto, que no es necesaria una gran inversión para que una empresa o un emprendimiento haga su primera inmersión en la INDUSTRIA 4.0; Ejemplos hay muchos. La empresa textil que antes tomaba medidas y hacia patrones a mano, marcaba la tela con tiza para luego cortarla con tijeras, y finalmente con las piezas habilitadas hacer la costura. Ahora las medidas se pueden realizar con un escáner 3D (mucho menos invasivo), para luego con más de 200 medidas precisas, generar los diseños electrónicos y mostrarlos al cliente en pantalla de la computadora en minutos, quien será el “codiseñador” de todo el proceso, hasta lograr el producto final; sólo luego de este proceso a unos pocos minutos de distancia, una máquina de corte laser termina por hacer los cortes precisos de los patrones digitales que pasarán a costura; el resultado: un producto único en menor tiempo y con una eficiencia de producción masiva.


Otros claros ejemplos de su uso, se encuentran en el sector de metal mecánica y/o la de cuero y calzado que, antes cortaban uno a uno el material de sus productos de “fabricación masiva”, con una estandarización de dudosa calidad y con muy baja competitividad; al digitalizar el cortado -con una cortadora laser-, pasan en tiempo record a tener productos realmente estandarizados y a un costo menor, una inversión totalmente justificada, y si no se desea hacer la inversión, pueden entonces optar por la maquila y recurrir a servicios de terceros.


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