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Miguel Dávila / Colaboradores públicos y privados


Gestión pública y privada, sus colaboradores, la misma constante.


Este año he tenido la oportunidad de visitar varias empresas que han mejorado mucho su productividad y por ende su competitividad. Personalmente las había visitado unos dos años antes, pero ahora reconozco haber encontrado empresas diametralmente opuestas. Antes se enfrentaban a altos costos de producción, estructuras muy verticales con muy alta rotación y personal desmotivado, ¿qué pasó en esos dos años que hizo la diferencia?


Preguntados por ello, tanto la Alta Dirección como sus colaboradores, sentados en la misma mesa, responden sin duda alguna que es producto de las buenas prácticas laborales que aplicaron, motivados por la nueva realidad impuesta por el COVID19. Abrieron un canal de comunicación muy estrecho con sus colaboradores; la comunicación en este sentido, fluye muy rápidamente de arriba a abajo y viceversa; como parte de ella, se va generando un grupo de trabajo más cohesionado, discusiones e ideas innovadoras, sobre cómo enfrentar y solucionar problemas de producción y crecer juntos.


Quién mejor que los mismos colaboradores que, con sus propias manos contribuyen en cada fase del proceso de manufactura, conocen cómo solucionar aquellos problemas de producción que aparecen en la línea. Parece algo muy obvio, pero la mayoría de empresas adolece de “sordera”, ante lo que el personal puede aportar, se cree que todo lo que traen a la mesa, son quejas y solicitudes incumplibles, y eso rompe la comunicación. Comúnmente ante los problemas, la alta dirección recurre a externos para conocer cómo resolverlos, mejorar sus procesos o inclusos hacer mayores inversiones creyendo que todo ello será la solución empaquetada. Las empresas que hoy visito, reconocen, luego de dos años, que la solución la tenían con ellos y no afuera, y que lo mejor de todo es que no fue algo oneroso: la colaboración en el lugar de trabajo, contribuyó con dar la respuesta a casi todos los problemas y empujó la producción y competitividad a niveles que antes consideraban lejanos.


La Organización Internacional del Trabajo (OIT), integrante de las Naciones Unidas, viene aportando a los países miembros, con estudios, metodologías, su aplicación y validación; uno de esos casos es el SCORE (Promoción de Empresas Responsables y Sostenibles), que hoy viene desarrollando sus actividades en varios países a nivel mundial, algunos de ellos en Latinoamérica (Perú entre ellos) donde hay mucha tarea por hacer en tema de competitividad y buenas prácticas laborales, habiendo validado al SCORE en países modelo como China e India.


La OIT es el socio estratégico de cualquier gobierno en materia Laboral y Productiva, dado que luego de comprobar sus iniciativas, las pone a disposición del país a manera de legado, y así contribuir con su desarrollo; en Perú los depositarios de estas metodologías son el Ministerio de la Producción (PRODUCE) y el Ministerio de Trabajo (MTPE), los llamados a incluirlas como parte de sus políticas de Estado en las materias de sus competencias.


Un ejemplo claro: durante la inauguración de los Panamericanos hemos sido testigos, de como Carlos Neuhaus (que debería llevarse una medalla de oro a la organización y gestión), logró poner en marcha un evento impecable, que levantó el orgullo del peruano a esos niveles a los que nuestros peloteros nos llevaron al llegar al mundial. Tuve la oportunidad de conversar con parte de su equipo, y lo primero que destacaron fue la gran horizontalidad, participación y colaboración de todos los niveles, sin cuyo esfuerzo no se hubiera logrado lo que hoy observamos como modelo, ni en la magnitud ni en los tiempos.


Le toca al Gobierno seguir este ejemplo validado, las máximas autoridades de los diversos sectores deben dejar de lado la política del borrón y cuenta nueva, la de criticar lo anterior, e impulsar ideas propias que nunca han demostrado llegar a buen término. Los conocimientos, soluciones y eficiencia en la labor pública se encuentran a su disposición, en los ejecutivos de planta, en los de carrera, en los estigmatizados como “nombrados”; las diversas gestiones deben dejar de sentirse los descubridores de la pólvora y aplicar por el contrario: “la colaboración en el lugar de trabajo”. Los conocimientos del qué, cómo, cuándo, cuánto y a quién, los tienen justamente en ese equipo que los reciben cuando llegan a asumir sus cargos, con esa misma esperanza inagotable, que es característica de todo peruano.


La gestión de un ministerio, pasa también por gestionar a las personas que lo conforman. Una mala comunicación o exclusión en las tomas de decisiones, sólo incrementa la brecha de gestión, y es la principal causa de ineficiencias comprobadas. En lo que va del Gobierno hay más de un sector que ha cambiado 3 veces de autoridad. Dejemos este ensayo y error, y empecemos a gestionar bien al capital humano para lograr las metas institucionales en el tiempo adecuado; parafraseando a Neuhaus: “Unamos fuerzas para el futuro del Perú”.


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