La Segunda Reforma Agraria lanzada el pasado 3 de octubre, contempla cinco ejes de trabajo que buscan la productividad, transformación productiva y acceso directo a mayores mercados; siendo así que, a diferencia de la primera reforma agraria, su desarrollo no busca expropiar tierras, ni afectar derecho de propiedad. La operación de esta segunda reforma queda en manos de un gabinete de desarrollo agrario y rural, conformado por los ministerios productivos, de infraestructura y desarrollo social; y representantes de los gobiernos regionales y locales. Los 5 ejes descansan en las 5 Aes del desarrollo rural: i) Apoyo técnico-productivo; ii) Ajuste de precios; iii) Acceso a mercados; iv) Agua; y v) Asociatividad.
La propuesta es una respuesta coherente a las necesidades de la base productiva del país, la clave radica en la forma en que se pone en operación, y en la forma en que se priorice y/o inviertan los exiguos recursos públicos con que contamos, máxime teniendo en cuenta que el presupuesto público del 2021 viene restringido, y el del 2022 incluso es menor aún y no incluye a actividades relativas a la reforma agraria. El quid entonces está en ser muy hábiles en recoger las mejores prácticas públicas y privadas comprobadas en el campo en las últimas décadas, y ser muy eficientes en el gasto público que las refuerce.
¿Son estas propuestas nuevas?, pues no, lo innovador de estas, es que conglomeran en un solo documento, las experiencias multisectoriales en materia de desarrollo agropecuario rural de las últimas décadas y que incluso actualmente se vienen ejecutando en diversos programas y unidades ejecutoras del MIDAGRI, MIDIS, PRODUCE, MINAM, PCM, entre otros a nivel subnacional. Su éxito en implementación dependerá entonces, no del qué hacer, sino de cómo hacerlo, del arte de la gestión pública coordinada eficientemente, lo que en los últimos 50 años (desde la última reforma agraria) no ha sido posible.
Hoy no se necesita una reforma agraria en el campo, urge más bien una reforma agraria desde la gestión coordinada de los tres niveles de gobierno, el campo ya hizo su tarea, los privados ya hicieron la suya, es decir el pueblo señores ya hizo su trabajo.
El problema es que el Estado en los últimos 50 años, creyendo equivocadamente propiciar el desarrollo, ha generado “sin querer queriendo” (parafraseando al Chavo), el divorcio entre productores y comerciantes capitalistas con dispositivos legales que propiciaron la sobreexplotación de nuestros recursos, derivados de múltiples acciones mal diagnosticadas y de espaldas o miopía a muchísimas experiencias exitosas multisectoriales que han logrado, por ejemplo, que estemos como país en los primeros puestos de agroexportación de arándanos, quinua, café, cacao, paltas entre otros que han generado un círculo virtuoso de desarrollo desde las bases de la agricultura familiar rural.
Aún muchos inquilinos de Palacio, pensadores y autores de las diversas versiones de AGRICULTURA; MINAG, MINAGRI, MIDAGRI, et.al. consideran que no contamos con la fórmula para dicho desarrollo; cuando la política agraria desde las bases ha ido ajustándose casi como llevados por una “mano invisible” hacia el desarrollo, frenado solamente por alguna política de turno trasnochada.
Es decir, el Estado al no trabajar coordinadamente y no recoger experiencias previas exitosas, así provengan de acciones de gobiernos previos con ideas políticas contrarias, ha propiciado el subdesarrollo del poblador rural, los últimos quinquenios han ido forjando una política de Estado postergadora del progreso ese es un hecho demostrable; hoy es el momento que el diagnóstico para esta reforma, aterrice en la necesidad de una sola política, una que contenga los cinco ases y que estos trasciendan las tendencias de cualquier gobierno futuro, es el momento que las experiencias exitosas sean las que decanten en políticas públicas de desarrollo agrario, políticas que nazcan de esa forma desde el campo, las que ya fueron desarrolladas en los últimos 40 años, y en este caso si fueron hechas realmente por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo.
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