Tradicionalmente, el día 31 de diciembre en bellos países de nuestra América Latina como es en Brasil, España, Argentina, México, o Colombia tan solo por mencionar algunos, se lleva a cabo la carrera que anuncia la llegada de un nuevo año: San Silvestre.
Como en toda competencia y en la vida misma, hay de todo un poco, el atleta que se prepara para obtener un de los tres primeros lugares, esta el aficionado deportista que gusta de practicar del deporte de las distancias, y que se siente agradecido con su esfuerzo, aun y cuando no llegue (lo sabe desde antes de comenzar) a ganar uno de los primeros lugares, pero como Pierre de Coubertin lo importante es competir.
También, existen aquellos que sin saber como sucedió se ven saliendo entre un pelotón de corredores por los próximos kilómetros. Hay quien camina, otros corren a medio esfuerzo, y habrá quienes lo hacen simplemente por hacerlo. Hay quien piensa en hacer trampa para avanzar mas lugares rápidamente, hay a quien no le importa el lugar en que arribe a la meta, hay quien nunca ve la zona de llegada. Hay quienes corren con disfraz, con maquillaje o con ropa inadecuada para la faena deportiva. Hay quien corre sin ropa para ser disruptivo ante los medios de comunicación o simplemente por hacer algo diferente o el ridículo. Lo importante es correr, argumentarían.
Existen otros corredores, los de pantalón largo que desde las callejuelas observan a los deportistas pasar. Estos, los de pantalón largo hacen apuestas, hacen comentarios al oído de otro igual que ellos deseando que vaya bien o vaya mal, dependiendo que corredor pase en ese momento frente a sus ojos de vida. Hay quienes hacen juicios de valor con respecto a la competencia, hay quien piensa en los premios económicos o quien habría de donarlo, o cual es el propósito conspirador de la competencia en si misma. Hay quien cuestiona que no debe llamarse nunca mas San Silvestre, porque ello evoca afinidades Católicas. Hay a quien le da lo mismo que se lleve a cabo la carrera mas aun, la considera un agravio a su tranquilidad, pues la meta esta a tan solo unos metros de su ubicación y esto perturba su estado mental. Hay quien opina que no debería ser nombrada carrera. De ahora en adelante se debe reconocer como “actividad de movimiento de miembros o miembras de los seres humanos o seres humanas o cisgenero, o transgenero, o transexual, o transformista o travesti de fin de los 365 dias.”
Vaya que si es complicado hacer crónica de algo tan bello. En un instante apareció ante mis ojos la verdadera carrera llama: La VIDA.
Bienvenido al 2022.
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