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Martín González / Hungersteine: las piedras del hambre


“Hunger Jahre 1947” (Año del hambre 1947), está escrito en piedra justo a la orilla del río Rin al norte de los límites del ayuntamiento de Worm, Alemania o bien, si lo prefiere estimado lector en dirección Sur procedente de Mainz y a escasos 300 metros del restaurante Rheinperle (Esa, es otra historia). Pues b

ien, las crónicas nos señalan que transcurría el invierno de 1946/47, tan solo un poco más de 18 meses al término de la Segunda Guerra Mundial, Alemania sufrió una gran hambruna con tres grandes olas de frío que dificultaron la vida de la población. Según los registros históricos las temperaturas llegaron a -17 grados centígrados el día 5 de enero, por lo cual, el río Rin se congeló paralizando con ello la navegación fluvial y cortando definitivamente la ruta de transporte más importante en la zona al sur de Frankfurt.


Otra roca, también ubicada al margen de un río lleva la inscripción “Si me ves, llora” (Wenn du mich siehst, dann weine) pero esta se encuentra en el margen del río Elba, justo en la ciudad checa de Děčín, muy cerca de la frontera con Alemania. La roca tiene inscrito los siguientes años, que señalan cuando bajó el nivel de agua para hacerla visible y donde provocó hambre, muerte y pobreza: 1417, 1616, 1707, 1746, 1790, 1800, 1811, 1830, 1842, 1868, 1892 y 1893.


Así de claro, y de una manera simple los alemanes representaron los niveles más bajos de agua en sus ríos, tan solo con rocas. Al ser observadas era el indicador magnífico para acertar en que algo malo se aproximaba (sequía), y con ello, todo lo que implica: Hambre, escasez general, falta de medicinas, comida, servicios, etc.


Y de pronto me encontré con mis propias Hungersteine, y no pude evitar reflexionar sobre ellas. ¿Cuántas piedras del hambre emocional tengo escritas con relación al afecto, cariño y amor en el río de mi vida?

¿Cuántas piedras del hambre económico y financiero he escrito en el punto más oscuro de mi materialidad económica?

¿Cuántas Hungersteine tengo en el río de mi vida con relación a los sueños y planes en la vida, y que no he cumplido?


Y pensé en el tiempo que escribía esta colaboración, es hora ya que los niveles del agua del río de mi vida suban. Está lloviendo afuera oportunidades, puedo verlas y en ellas la existencia y el amor se combinan para dejar esas rocas tan solo como testimonio, y aviso. Sin embargo, siempre respetaré a cada una de ellas, mismas que hoy sirven para rescatarnos de los duros inviernos que nos desvían de vivir.


No niego que tengo a lo largo de mi vida, tal vez cientos de piedras arrojadas en el río, pero también es verdad que cuando los niveles de agua comienzan a bajar y quieren aparecer ante mis ojos aprieto el paso, reviso mi libreta, esbozo una sonrisa y doy Gracias.


Hoy he aprendido que las piedras que arrojamos al río pueden servirnos de entretenimiento, pero además nos ponen de frente con nuestras realidades, con quienes somos realmente, y que aspiramos a ser.


Las piedras de Hungersteine pueden ser un buen referente sobre los niveles de energía que llevamos en este momento sobre nuestras vidas. Y con ese pretexto estimado lector, le preguntó ¿Usted ya revisó sus piedras? Si no lo ha hecho, aún está a tiempo, el invierno está por llegar y la factura de gas hay que pagar.


Entendió el que entendió. Hasta la próxima.


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