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Martín González / La Fontaine y el Perú



En el irreal mundo en que vivimos parece ser que la verdadera amistad no es frecuente, o al menos su concepto; digamos que “han cambiado con el paso de los años”. Muchas personas se olvidan la moraleja de La Fontaine, el apoyo desinteresado que brindamos a los demás y aún y cuando no deja de ser una palabra, una pose del instante o una cursi manera de sobrevivir frente a los demás. El ejercicio del comercio exterior no es la excepción a esta circunstancia.


Por ello, recordaba hace unos días la historia de “Los dos amigos” de La Fontaine, historia que refiere que todo lo que era de uno era también del otro; se apreciaban, se respetaban. Sin embargo, una noche uno de los amigos despertó sobresaltado. Saltó de la cama, se vistió apresuradamente y se dirigió a la casa del otro. Al llegar, golpeó ruidosamente. Los criados le abrieron la puerta, asustados, y él entró en la residencia. El dueño de la casa, que lo esperaba con una bolsa de dinero en una mano y su espada en la otra, le dijo:


- Amigo mío: Sé que no eres hombre de salir corriendo en plena noche sin ningún motivo. Si viniste a mi casa es porque algo grave te sucede. Si perdiste dinero en el juego, aquí tienes, tómalo. Y si tuviste un altercado y necesitas ayuda para enfrentar a los que te persiguen, juntos pelearemos. Ya sabes que puedes contar conmigo.


El visitante respondió:


- Mucho agradezco tus generosos ofrecimientos, pero no estoy aquí por ninguno de esos motivos. Estaba durmiendo tranquilamente cuando soñé que estabas intranquilo y triste, que la angustia te dominaba y que me necesitabas a tu lado. La pesadilla me preocupó y por eso vine a tu casa a estas horas. No podía estar seguro de que te encontrabas bien y tuve que comprobarlo por mí mismo.


Así actúa un verdadero amigo, ¿Supongo?, no espera que su compañero acuda a él, sino que, cuando supone que algo le sucede, corre a ofrecerle antes su ayuda.


Y entonces es la hora de preguntar: ¿dónde está el gobierno nacional y sus programas efectivos en la Amazonía del Perú?. El Estado tiene un rol promotor, debería ser el mejor amigo de las asociaciones, emprendedores y empresas, debería adelantarse a sus necesidades y no esperar a que estas acudan a él en su ayuda.


Escribiendo desde Puerto Maldonado, puedo decir que la moraleja de la historia de La Fontaine es: Actualmente en la amazonía esta “amistad” parece estar de vacaciones y con el celular apagado.


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