Una historia tardía de Douglas C. North.
De nueva cuenta México, Perú, Bolivia y Argentina se embarcan en la búsqueda del dolor, la tragedia y la devastación ecológica para amplias extensiones de sus territorios soberanos, y con ello, arrastrando a niveles de mayor marginación la vida de los ciudadanos que habitan los yacimientos de litio. Las voces del nuevo desarrollo económico en América Latina se ajustan a la popular idea de que será este, el nuevo PETROLEO BLANCO, y en ello, radica la tragedia.
Por ejemplo, en el caso de México se dio a conocer desde 2019 la ubicación de uno de los yacimientos más grandes de litio a nivel internacional, ubicado en el estado de Sonora. “El estado posee uno de los recursos de litio más grandes del mundo y se beneficia de ser de alta calidad y escalable”, resaltan la empresa británica Bacanora Lithium y la china Ganfeng Lithium en sus respectivas páginas web
El impacto del descubrimiento de este yacimiento fue tanto, que la firma internacional Mining Technology colocó al proyecto como el más importante en la industria del mineral, y es que el litio ha adquirido tal papel en los mercados económicos, puesto que se denomina “El Petróleo del Futuro”, ya que su uso determina fundamentales procesos en la fabricación de baterías para equipos electrónicos, autos y celulares, e incluso se emplea en la producción de cerámica y medicamentos.
Mientras el LITIO se encumbra como “El Nuevo Petróleo”, las partes buscan sacar beneficio de un potencial negocio de miles de millones de dólares. El yacimiento de Sonora (México), tiene reservas probables de 243 millones de toneladas. Sin embargo, todavía la distancia entre la realidad y las ambiciones de su explotación económica es amplia. Los precios ya rozan los 12.000 dólares la tonelada. “Lo que hoy vale el litio en México es 4,5 veces el valor de la deuda externa soberana, que asciende a 11 billones de pesos. Ahí está una respuesta para darle solución al desastre económico que tenemos en nuestro país”, han declarado funcionarios del gobierno mexicano a la agencia EFE.
Por su parte el Perú, con FALCHANI (empresa canadiense Plateau Energy encargada del proyecto) estima que sería el primer depósito de litio en roca descubierto en Sudamérica y podría convertirse en una de las minas más grandes del mundo. El yacimiento, ubicado en un lago prehistórico cubierto de lava en la zona norte del departamento de Puno, en el sureste peruano, contendría también 124 millones de libras de uranio, que era, originalmente, el metal que buscaba la operadora cuando hizo el sorpresivo hallazgo. Según informaciones preliminares podría contener 2,5 millones de toneladas de carbonato de litio, configura un nuevo y complejo panorama geopolítico, económico, social y medioambiental. Ejecutivos de la empresa estiman que Perú podría comenzar la exportación por 500 millones de dólares al año a partir del 2021.
Y están los casos de Bolivia con el Salar de Uyini en los Departamento de Oruro y Departamento de Potosí, y la Argentina con el Salar del Hombre Muerto en Catamarca que acumulan solo entre estos tres países Perú, Bolivia y Argentina un poco más del 60% de las reservas del LITIO del mundo para las próximas décadas. Sin embargo, la reflexión será saber si la empresa Tesla Energy Ventures, mirara a estos yacimientos como oportunidad para el desarrollo económico en el área, o es auto suficiente con sus propias reservas en la formación Esmeralda en Clayton Valley Nevada.
Posdata: Sería interesante que los países en cuestión citados, releyeran el informe: Selective Extraction of Lithium from Clay Minerals, TESLA. Y saber, si están caminando en la dirección correcta, o se trata de otra vez mas del sueño LATINOAMERICANO citado por el Premio Nobel de Economía 1993, Douglass C. North en “Growth and Welfare in the American Past, Prentice-Hall, 1974”.
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