El fin de semana previo a ese día de marzo del año pasado en que iniciamos la cuarentena más dura en todo el mundo, yo estaba haciendo mis compras con normalidad en un supermercado mayorista y no entendía por qué había tanta gente y por qué todos compraban papel higiénico. Hasta que una de las mercaderistas me dijo: "pero ¿no sabe todo lo que está pasando? Yo le dije: "no". Ella me replicó: "Llegó el virus chino al Perú".
La verdad es que hace muchos años no veo televisión abierta, no tengo cable, ni Netflix. Todo lo manejo desde mi celular y a través de YouTube veo series policiales, documentales de historia, biografías de científicos y debates de ciencia y tecnología.
Sabía lo del coronavirus pero, porque yo vacuno a mis perros y gatos todos los años y sus vacunas incluyen al coronavirus, también porque cuando quise ir al mundial de Corea estaba en pleno contagio del Sarscov1 que es 10 veces más mortal que éste coronavirus (al final no fui por un tema de presupuesto) y porque en el mundo, éste es el séptimo que migra a los humanos desde los animales. Por lo que no entendía por qué insistían en decir que era un virus desconocido y que la gente se moriría en las calles como "moscas" y mencionaban en sus notas reminiscencias apocalípticas retrocediendo a la "peste negra" y a "la gripe española".
Así es que hice mis cálculos estadísticos basados en la información que venía de la OMS y la poca que venía de China y mi conclusión actuarial era que en el Perú se podían morir entre 28 mil y 32 mil personas más en exceso con respecto a la media de los 3 últimos años, nunca me imaginé que íbamos a tener el desastre de más de 80 mil muertos de los cuáles 36 mil están confirmados por las autoridades como decesos por SARCOV-19, así es que por fin el presidente Vizcarra superó con creces todas mis expectativas. Si eso no lo hace un mal presidente entonces no sé qué lo hará (para mí es un criminal, pero ésta es una opinión personal).
Ahora, fuera de lo que yo particularmente opine o no sobre ésta situación, éstas líneas se motivan en una sola pregunta: ¿Por qué está situación sanitaria a matado un mayor porcentaje de personas en el Perú que en cualquier parte del mundo? Y finalmente habiendo contestado la primera pregunta, ¿cómo hacemos para que no sigan muriendo tantos peruanos?
El Estado resolvió desde el inicio que la única estrategia válida era que no nos contagiemos, así es que todas sus políticas o discursos o recomendaciones y acciones estaban destinadas a "evitar que nos contagiemos" y si no nos contagiamos se acababan los problemas. Por ello, quien se contagiaba pasaba a ser un enemigo público, un malhechor, un criminal, un traidor a la patria; como si existiera una fórmula infalible para no contagiarnos, la población no podía siquiera salir a pasear al perro porque se lo llevaban preso, no podía sacar la basura después de las 8pm y tampoco podía enfermarse, ni continuar su tratamiento porque todos los servicios médicos estaban cerrados, o siquiera hacer ejercicios o tomar el sol, pues si lo hacías es un hecho que estarías llevando de invitada a tu casa a "la pelona con su guadaña" y que ese sicario llamado Covid mataría a tus padres, a tus abuelos, a tus tíos y a tus vecinos".
Bajo esa política del terror, donde tu vecino, tu hijo o tu amigo era tu potencial asesino vivimos un asedio sin precedentes de desinformación, fake news y malidicencia, y en todos nosotros renacía "Robespierre", había que decapitar a todos los insurrectos. Todo esto guiados bajo la conclusión de que la respuesta al problema del nuevo coronavirus y sus estragos en la salud pública era no contagiarnos, como si eso pudiera ser decidido a voluntad, como si dependiera de nosotros la decisión de contagiarnos o no, como si fuera una decisión.
Luego nos empezamos a enterar de que incluso las personas que han pasado semanas confinados en sus domicilios sin ver la luz del sol, sin dar un beso a sus familiares, sin tener mayor contacto con el mundo exterior enfermaban y morían en muy poco tiempo.
Pero lejos de cuestionarse por qué sucedía esto, se buscaba nuevamente un culpable, un criminal, un asesino, un jovencito insurrecto y sí, ahí está, fue el canillita que reparte periódicos, él contagió al “Sr Quispe”, ¡él, que se había cuidado tanto!, ese miserable repartidor de diarios lo mató.
Pero nadie, se ha preguntado cómo había hecho el “Sr Quispe”, septuagenario que vivía sólo, para poder comer adecuadamente todos los días, controlarse la diabetes y la hipertensión, tomar sus medicinas, tomar sol, hacer ejercicios y no deprimirse al haber estado "sólo" todas esas semanas. Igual ya habíamos encontrado un culpable "el canillita", el resto es irrelevante, y si no hubiéramos encontrado un culpable eficaz, entonces el problema era que no había oxígeno y no había cama de cuidados intensivos, y en eso persistimos hasta ahora, cuando sabemos de sobra que llegar a una cama de cuidados intensivos supone sólo un 8% a 10% de probabilidades de supervivencia.
Ahora bien, después de 80 mil muertes en exceso, ¿no creen que ha llegado la hora de cambiar de estrategia para no seguir tropezando con la misma piedra? Y analizar los hechos para a través del razonamiento lógico y la evidencia científica, ensayar otra posible respuesta a la crisis sanitaria. Han pasado ya diez meses y creo que hay cosas que la evidencia nos ha dejado ver con claridad, que ya no son suposiciones sino verdades ineludibles:
1.- No existe forma de eliminar el riesgo de contagiarse, sí podemos reducirlo, pero nunca lo suficiente como para garantizar que haciendo tal o cual cosa vamos a poder evitar contagiarnos. Y para quienes leyeron hasta aquí, y están pensando en la vacuna como solución, permítanme pincharles el globo y decirles que la gripe común que es tres veces menos contagiosa, tiene vacunas probadas y desarrolladas durante décadas y mata a 650 mil de personas alrededor del mundo todos los años, las víctimas registradas del coronavirus hasta el momento son de 2 millones, es decir que lo máximo a lo que podríamos aspirar a nivel mundial es que la mortalidad se reduzca a poco más del 32% dentro de algunos años, acuérdense que a ésta cifra se llega luego de años de ensayo y experimentación sobre protocolos de atención y vacunas y un largo etcétera.
Por lo tanto, ni quedarse confinado en su casa, ni el toque de queda, ni la vacuna, configura ninguna solución al problema, que no es el Covid ese es ineludible sino el récord mundial de mortandad.
2.- Ya que no es posible eliminar el contagio, entonces la solución no va por ¿qué hacer para evitar contagiarse?, sino ¿qué hacer para que si me contagio el virus no cobre mi vida y la de mis familiares?, que son todos los ciudadanos de mi país, de ésta gran familia de 32 millones de habitantes llamada Perú. No puedo por decreto decidir que nadie muera, pero sí puedo decidir proveer a la población de una oportunidad de vida, y de eso se trata este artículo.
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