Transformación de conflictos socioambientales en el sector hidrocarburos.
Ante todo, hay que precisar que el “Sector” en administración pública, economía y finanzas, es una categoría conceptual, una construcción intelectual, que diferencia productos realizados por empresas de distinto tipo de propiedad y gestión, que son bienes y servicios con insumos que provienen de otros “sectores” y del “medio ambiente complejo” en que viven las empresas e instituciones y personas. Dichos insumos, medios o recursos, comprenden desde insumos naturales hasta fruto de la actividad humana, siendo el “insumo” más importante, el humano, disculpando el empleo de ese término para el ser humano siempre un fin y nunca un medio, lo que se ha llamado desde antiguo el factor trabajo. Es usual referirse al insumo financiero en sus diversas modalidades, así como a la información y tecnología, por lo que no abundaré en ello. Pero también tiene productos, outputs.
Todo insumo, una vez “procesado” por la organización que gestiona, permite productos acotables para determinar conceptualmente la categoría de sector: minerales metálicos y no metálicos con o sin valor añadido o compartido, petrolero, arándanos, etc. Pero también tiene resultados, consecuencias, impactos, outcomes, deseados o no deseados o imprevistos sobre el entorno, la organización e insumos. Desde antiguo esto se ha sabido tanto para la vida en condiciones de paz, de conflicto o guerra. En la politología moderna David Easton lo enuncio en su “A system analysis of political life” y UNESCO en los cincuenta publica “La enseñanza universitaria de las ciencias sociales” excelentes y vigentes estudios sobre Derecho, Ciencia Política, Relaciones Internacionales, Sociología y Administración Pública, precisamente. Hubo tal impacto que el profesor soviético Gvishani en Revistas de las Academias de Ciencias Sociales de Moscú, La Habana y universidades de los Estados Unidos de América, intentaba demostrar que su marxismo leninismo, revisionista de hecho innovador, era el verdadero modelo o paradigma del “system analysis”. En un congreso de ciencias sociales de América Central en los 80 tuve ocasión de una buena conversación con él sobre este asunto.
Una matriz de planeamiento indica con claridad lo que se ocupa o emplea para que se produzcan bienes y servicios y que incluye también normas generales y específicas según la actividad, localización y otros criterios pertinentes a veces no relevantes, determinados por ley, así como por la sociedad, la vida política y la cultura o culturas en que existe la empresa, el municipio y otros niveles y Poderes del Estado. Insistamos, un “sector” es una categoría conceptual para agrupar productos, bienes o servicios. No es un actor, como se insiste ahora, un agente, una institución o grupo humano.
La matriz ordena los insumos para procesos productivos y resultados buscados. Dichos insumos sean internos o externos o mixtos son de o provistos por agentes o empresas diferentes, por lo que obviamente, evidentemente, tienen intereses distintos, conciliables por la organización y gestión no sólo racional sino conductual para que trabajen juntos, tengas sinergia y que los naturales intereses que representan o generan tensiones, problemas y conflictos, no lleguen a un punto de no retorno que dificulta su cambio o transformación hacia la cooperación para una meta o varias consensuadas. La noción de valor añadido y compartido resume contemporáneamente el fin o bien común de la empresa cualquiera sea su tipo o sector en que se ubique.
Las empresas tienen condiciones de operación desde las naturales, territorio, y esto es ahora lo principal en todo el mundo por la realidad ambiental, hasta las creadas por la vida en sociedad y cultura o civilización, como quiera decirse: ahora no hay pleitos nominalistas como hace años. El territorio es el ambiente, ecúmene en griego original.
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