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Manuel Bernales / Soberanía, independencia y autonomía (1 de 3)


Soberanía, independencia y autonomía: factores divisivos y cohesivos.


Claves mínimas post electorales.

Inicié un anterior artículo, Amazonía con pasado, presente y futuro, una valoración política de nuestro patrimonio natural amazónico, con el siguiente enunciado:


“En la forma de un proceso electoral polarizado, con déficit enorme de votantes efectivos y evidencia de grupos y sectores sociales prescindentes de la participación política, por tanto, con débil arquitectura, ingeniería química y cultura ciudadanas, el Perú vive una de sus fracturas y dramas más graves. Comparable a las circunstancias aciagas de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia, que evidenció nuestra vulnerabilidad fundamental, la negación, en los hechos, del viejo lema republicano que estaba en nuestra moneda fuerte de entonces y que después desapareció: ´Firme y feliz por la unión´”.


Ahora continuaré empleando el enfoque y métodos que señalé: “la perspectiva de las ciencias sociales y humanas ha sido mi esfuerzo práctico, teórico y metodológico, en particular para asuntos públicos en procesos de guerra, de transición y cooperación para construcción de consensos, seguridad y desarrollo humanos en democracia internos y entre países…. Permítanme compartir apuntes sobre la Amazonía de nuestros hijos… Me serviré del “Carrefour” entre Ciencia Política y Relaciones Internacionales que suele presentarse como enfoque geopolítico y estratégico”.


Presiones dominantes.

En esta nueva era mundial confirmada por la pandemia que no cesa y por el dinamismo de las potencias mundiales y algunas regionales en sus industrias y comercio militares, sanitarias, (geopolítica de la vacuna se ha dicho, en rigor: geopolítica, geoeconomía, geoestratégica y geocultura de la pandemia y la atención de salud con vacunación emergente y de emergencia), alimenticias, de tecnología de información y comunicación, de transportes multimodales y mega proyectos combinados, complejos como las Rutas de la Seda, no es solo una, y la compra venta del gas ruso por Alemania y países de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica, OTAN o NATO, desarrolla presiones desde sus centros de decisión nacionales-globales hacia los territorios, poblaciones y Estados de interés, tanto para esas industrias, como para la “regulación”, que no se desborden, de economías delictivas, en particular de la droga con sus narcopoderes tolerados o manejados por Estados y otros actores políticos, militares y económicos como en la mega Amazonía y en corredores de este Continente, el Caribe, América Central y México, a la vez que África, Nigeria y vecinos camino hacia la vieja Europa, y otras rutas hacia Asia Europa, Cercano Oriente, el Asia Pacífico y el Indo Pacífico.


No siendo esto suficiente, el cambio climático, su núcleo duro de calentamiento global antrópico, factores humanos, no naturales, aunque también hay de éstos, amenaza globalmente tanto a mega poderes estatales como a hegemones medios, Brasil o México, en nuestro Continente, y su enfrentamiento demanda acciones trans nacionales, interterritoriales en glaciares y montañas, mares, ríos y lagunas, bosques y valles inclusive los muy amenazados como los de África y Asia.


Por estos grandes conjuntos de causas y razones evidentes, los EEUU de América y sus socios continentales, Canadá y México, tienen un “interés de Estado” en detener la degradación ambiental de la mega Amazonía y la Orinoquia junto con el Pantanal y el corredor hídrico Brasil, Paraguay, Argentina y el Uruguay, sin olvidar la conexión con Bolivia. A la vez por controlar, por lo menos, las actividades económicas delictivas que dañan a los humanos y su ambiente, no solo a los pueblos indígenas y millones de ribereños, muchos más, y habitantes de urbes viejas y nuevas, aunque todas defectivas en su nacimiento y desenvolvimiento.


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