La construcción, reconstrucción y aplicación de valores, principios y normas éticas en la vida cotidiana, “de paje a rey”, en todo lo ancho de la vida en sociedad y en sus dimensiones territorial ecológica, económica financiera, social cultural y política.
Ser de pesadillas, quimeras, pasiones, razones e ideales, el ser humano es también un ser de valores. Y en este nuevo siglo, un elemental sentido común nos dice que de valores abiertos a la Trascendencia. Cabe recordar que André Malroux, refiriéndose al siglo XXI, dijo que será religioso o no será.
Un mundo en el que el infierno no sean los otros porque éstos son la condición esencial sin la cual es imposible existir y lograr la “vida buena” y un buen gobierno a su servicio. Esto cae ya en la filosofía.
La economía mundo, la sociedad mundo, la política mundo, la cultura mundo, parafraseando a Inmanuel Wallerstein, vive asediado por destructores fundamentalismos, inseparables de todas las grandes religiones monoteístas, cada una de las cuales se reclama la verdadera, en los Estados Unidos de América, en la India, en Paquistán, en Arabia Saudita, en Israel, en Palestina, en estados de la ex Unión Soviética, en los de la ex Yugoeslavia.
Todas las aludidas en diferentes momentos, a veces en el mismo escenario, usaron la guerra contra otras y sus elites dirigentes entre sí o contra los sectores dominados, aniquilaron o causaron grave daño a seres humanos y sus obras de civilización en nombre de la verdad y del bien.
Desde perspectivas latinoamericanas y caribeñas es indispensable caminar decididamente a la vez que forjar un pensamiento estratégico propio, no reflejo, partiendo de, o incorporando, el pensamiento bolivariano, martiano, morazánico, así como el de Valle, Artigas y otros próceres y fundadores de nuestras Repúblicas; sin dejar de valorar y asumir la contribución de latinoamericanos y caribeños a la educación, la ciencia, la novela, la poesía o el ensayo. o de personas que asumieron positivamente nuestra realidad y proyectos viniendo desde el exterior.
La educación, así, a secas, para indicar todas sus formas, modalidades o niveles, tiene un papel insustituible en la realización de la vocación humana de la sociedad y de las personas. Por esto reclamamos que sea universal, accesible a todas las personas a lo largo de toda su existencia y a la vez de la mejor calidad. Porque si la educación, especialmente para las grandes mayorías no crece en excelencia probablemente sea más bien infecunda para el desarrollo y la seguridad humana en democracia y fértil en frustraciones, desencantos, sufrimiento o muerte.
Si se desea se puede acceder a un pequeño libro mío: ¿Para qué educar? Reflexiones sobre desarrollo, seguridad y democracia desde la Cultura de Paz. En la página electrónica de mi responsabilidad profesional unesco.org.uy/shs/publicaciones.html
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