¿Qué impide ver que existe la República Popular de Corea, Corea del Norte, y la República de Cuba, en las cuales no hay opciones para una oposición crítica ni elección de gobernantes supremos que no surjan de la cúpula, elite del poder o líder absoluto; recordemos, de un lado, que ambos estados nación sufren agresión y una guerra no declarada por el tiempo de varias generaciones y de otro que en Corea se produjo, en los hechos, una sucesión designada, dinástica?
Permítanme ahora exponer un conjunto de proposiciones con el fin de perfilar una noción de democracia que siendo esencialmente republicana en lo político, rescate también la justicia social, la participación con el mínimo de intermediación o sin ésta en el ejercicio del poder; noción, que a la vez es aplicable a la comunidad internacional, porque no puede existir democracia a nivel nacional o regional si no hay estado de derecho o democracia a nivel internacional y en la comunidad organizada de estados nación; también son aplicables a espacios políticos regionales o de conglomerados urbanos que hoy en buena medida han cobrado o van adquiriendo más importancia que los estados a los cuales pertenecen.
Están tomadas de un trabajo que publiqué inicialmente en 1989 en ocasión de la Semana Científica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y luego en publicaciones Naciones Unidas y del Perú. Retomé en ese entonces una propuesta de Najdan Pasic, para clasificar regímenes políticos desde lo que él llamó una perspectiva marxista, (que para mí lo es en sentido muy amplio y general y no particular restringido a lo que fue su versión inicial en la Yugoeslavia de Tito), publicada 1972 en la Revista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, (no me refiero al Programa FLACSO-CHILE), cuando existían sus Escuelas de Sociología y de Ciencia Política y Administración Pública con sede en Santiago de Chile, así como el tercer órgano académico el Instituto de Pesquisas Sociais en Rio de Janeiro de triste y vergonzoso final que patentizó la suma cero común en nuestras sociedades y culturas.
Ahora insisto: Las ciencias histórico-sociales contemporáneas, particularmente la Ciencia Política provee un conjunto abierto de recursos conceptuales y metodológicos para el estudio teórico-empírico de las relaciones entre sistemas globales y democracias a escala nacional.
Así, en plural, pues hay sobrada evidencia de que en el mundo actual y los años por venir previsibles no habrá un sólo modelo o paradigma válido, efectivo de unos y otras, sino diversos modelos en cambio, interinfluencia, conflictos, consensos y desarrollos desiguales: ellos existirán en un universo cada vez más global, interdependiente.
Se puede consultar también la contribución de la UNESCO, mediante el Programa Gestión de las Transformaciones Sociales, MOST, por sus siglas en inglés, uno de los programas esenciales del Sector para la Ciencias Sociales y Humanas desde y para el cual trabajé muchos años.
A mayor abundamiento, desde la segunda mitad de los años ochenta se ha popularizado la anglófona expresión “asuntos intermésticos” = combinación de internacionales y domésticos, lo que el MOST apunta como relaciones de lo local con lo global.
Este mundo mundializado, globalizado, ― mal llamado “sociedad de la información”, “sociedad del conocimiento” ―, porque de hecho no representan expresiones unívocas sino equívocas que ocultan abismales diferencias, capacidades, velocidades y posibilidades de existencia―. Se trataría más bien de un mundo del 5% de los beneficiarios, de los incluidos.
El mundo globalizado, tecno estructura o sistema, y otros, se halla signado por la unipolaridad militar-estratégica basada en ciencia y tecnología de punta así como en férreas políticas de Estado de larga duración hacia el futuro, y el policentrismo demográfico, económico, sociocultural y político, que en lo jurídico político se expresa en el multilateralismo, así como por una creciente brecha entre sociedades y estados desarrollados, unos ya "postindustriales y modernos", otros en vías de serlo. Pero también está marcado por un conjunto de naciones en pleno subdesarrollo, sometidas a una hegemonía imperial, en no pocos casos exclusiva y excluyente.
En el panorama y procesos citados, América Latina y el Caribe, entran a una etapa de marginalización relativa y pérdida de posición e influencia en el sistema mundial del poder y la coexistencia de distintos sistemas (o regímenes) de democracia, forjados al estilo de los modelos o paradigmas, que sucesivamente se erigieron en postulados, mitos y dogmas políticos, económicos y sociales, aplicando el sentido en que los ha distinguido y vinculado Augusto Salazar Bondy en Mitos, postulados y dogmas de la Reforma Universitaria (Lima, UNEC, 1961).
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