Gestión de complejidad desde las bases. Reflexiones para la promoción humana desde territorios mineros-agropecuarios.
Desde el nivel central de gobierno, observado por los habitantes de distritos mineros, no se ve una teoría, metodología ni doctrina para incidir positivamente en procesos políticos, de lucha por el poder, desde el mundo local hasta el nacional. Ha cundido el metologismo apoliticista. Grave error. Serán notorios conforme el Perú se acerque al período electoral legal, el real ya comenzó. Pero hay más: existe una realidad de diversidad cultural que no se toma realmente en cuenta, aunque subordinada a los varios mestizajes de la sociedad peruana, que arranca, de hecho, desde el etnocidio y ecocidio que también significó la Conquista.
Se han liberado, en todo el orbe, reivindicaciones indígenas, pueblos y sus culturas; muchos actores mantienen su visión de dominadores y como reacción extrema hay quienes instrumentan el discurso indigenista junto con el descentralista, para oponerse incluso a buenas inversiones, que las hay. La cuesta arriba en Las Bambas, proceso que arranca en el siglo XX, y que es noticia en Lima y otros lugares, refleja dimensiones y variables inter étnicas, como la apelación a la identidad y cultura yanahuara precisamente en Cotabambas y Chalhuahuacho. Un pequeñísimo lugar donde es casi una norma que el Estado, los tres niveles de gobierno y otros órganos del poder del Estado, como el Legislativo, el Ministerio Público, el Poder Judicial, las empresas y actores comunales no hagan bien las cosas y por esta razón estamos donde estamos.
El Perú demanda con urgencia una visión geopolítica, geoconómica y geoestratégica unificadas, para abordar con realismo y gestión proactiva, previsora, sistemática, una visión, estructura de relaciones comunidad o pueblo, empresas y gobierno, muchas veces incluyendo el provincial, hasta el distrital, mediante gestión por equipos viviendo en el terreno de los hechos, mucho más allá de actas, nuevas normas legales o reglamentarias y más instituciones públicas, amén de propaganda en diversos medios.
Con esa visión se puede construir consensos activos, con unidad de doctrina, planeamiento y metodología no solo para los conflictos, sino lo que es más importante, para una etapa de promoción humana en democracia transformándolos. José Matos Mar señalaba en el siglo pasado, la crisis del Estado y el desborde popular; no era el único, pero sí destacaba. Los tres niveles de gobierno y los otros poderes del Estado, deben ir acercándose a una visión de promoción humana en democracia, desarrollo y seguridad, para invertir bien el dinero que es de todos, y que no siga desperdiciándose, incluso en propuestas con sesgo academicista.
El llamado desarrollo territorial exige una visión macro regional, para prever, corregir y hacer bien las cosas, habida cuenta que seguiremos existiendo en mundo multipolar con nuevos hegemones y vecinos con quienes pertenecemos a la mega cuenca del Pacífico y el universo andino, así como el amazónico con Ecuador, Brasil y Bolivia. No se ha aprendido del "espejo Quellaveco". Aún hay varios meses para un examen de conciencia, decisión y acción, de no solo gobernar para hacer creer, sino de res non verba, hechos, no palabras, en criollo: buenos resultados duraderos.
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