Paradigmas del ambiente y la energía: la complejidad bajo la perspectiva de la especialización
En días recientes, el Museo del Louvre presentó una extraordinaria retrospectiva de Leonardo da Vinci, sin duda un sabio de la complejidad cuya obra exhibe aportes en especializaciones y en aplicaciones del puro saber, que van desde los insumos y compuestos para óleos, hasta ingenios de guerra y del sueño de volar, ya representado en Ícaro en la antigüedad.
Cito esto por la cercanía física y cultural con la Sede de la UNESCO, París, que, al inicio del siglo XX, fundamentándose en aportes de especialistas en diversas ciencias de lo real material y de las ingenierías, subrayó el reto de complejidad que insume especializaciones en sus programas de ciencias del agua, ciencias de la tierra, ciencias del mar y probablemente el máximo reto,
Ciencias del clima y del espacio.
En 1999 la Oficina Regional de Ciencia y Tecnología para América Latina y el Caribe (ORCYT) cumplió 50 años en Montevideo. Fue creada después del fracaso de los gobiernos del Brasil y Perú, al no dar continuidad al “Programa mundial para la protección de la HYLEA amazónica”, aprobado en Iquitos, en cónclave internacional con casi 40 Estados, por iniciativa del gobierno de Bustamante y Rivero, del gobierno brasilero y de la UNESCO.
Dicha Oficina Regional de Ciencia y Tecnología cambió su nombre y se convirtió en “Oficina de Ciencia” y punto, incluyendo Ciencias Sociales y Humanas, abriendo, aún más, a ciencias de la tierra, del agua, de ecosistemas marítimos y del genoma humano. En él trabajaron, también, juristas y profesionales como yo en fecunda cooperación. Esa instancia creó su programa de actuación en interacción, no solo en vecindad o yuxtaposición con otros programas de la UNESCO y del Banco Mundial, siguiendo específicas recomendaciones de la Conferencia Mundial sobre la Ciencia, realizada en Budapest en 1999.
Programas como el del genoma humano han sido establecidos en sinergia con los de demografía y ética: aunque usted no lo crea. Un dato anecdótico pero revelador: la oficina del Dr. Luc Montaigner, uno de los Nobel en medicina por su trabajo sobre el VIH, es vecina de los espacios de trabajo de programas como el de Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST por sus siglas en inglés) que incluye variables como fuentes y usos de energía, impacto de las TIC en la cotidianidad y la gobernanza, en una perspectiva de sostenibilidad integral.
Permítame un deber de memoria. Para llegar a esto, que ya se anunciaba desde la época del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual del período de la Liga de las Naciones, post Primera Guerra Mundial, (que la UNESCO en 1945 hereda en su totalidad), se han dado aportes fundamentales y de científicos del mundo desarrollado, tanto del largo período colonial, como en el caso de los Myrdal, por ejemplo; como en todo el período entre guerras mundiales, y la post Segunda Guerra, épica más cercana de la descolonización en África, Asia y Oceanía, que aún no termina, y en la llamada Guerra Fría que en cierta medida se está reinventando.
El CORREO de la UNESCO, así como la revista CERES de la FAO, fueron, por lo menos para quienes salimos de secundaria en 1959, un vehículo fundamental para el desarrollo del saber humano, la vocación por la verdad, el bien y la paz, y el despegue de lo que pocos años después se proclamó como paradigma de complejidad, podemos citar a Needham, Kuhn y Sagan, como también a Heisenberg y Einstein. Hoy muchos premios Nobel están insistiendo que no solo los fines externos orientan e informan el uso de la ciencia y de recursos para el desarrollo de la energía, sino que, muchas veces, hay incidencia pertinente y relevante de otras variables intervinientes y contextuales, para el conocimiento y sus aplicaciones.
La energía es un problema complejo y de larga duración del calentamiento global y del cambio climático causado por el ser humano en sociedad, desde hace 150 años aproximadamente. Parece encontrarse con el cambio climático natural, ciclo o era de muy larga duración, observable por la astrofísica, la arqueología, la historia y la geografía, en particular desde el siglo XX.
El Tomo I de la “Historia general de América Latina” (UNESCO-TROTTA, 9 tomos) dedicado al conocimiento acumulado disponible de las eras en la formación del planeta y de esta nuestra región, provee sobrada evidencia sobre ciclos de calentamiento y enfriamiento previos a la aparición de los primeros grupos humanos en nuestro continente. De ahí en adelante, según temas y momentos, se puede apreciar el valor del saber en complejidad y sus aplicaciones, incluida la energía, sin la cual no existiría ninguna condición de vida, como tampoco sin aire, agua, valores humanos y estimativas sociales e históricas.
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