La diversidad de la vida suscita diversas apreciaciones sobre un tema, en especial si es complejo y sujeto a polémica. Quiero ofrecer algunas ideas sobre el título orientadas a opciones de acción de diversos actores privados y públicos, que con mente y conducta abiertas nos convoca Agromin II Bicentenario.
La evidencia despeja toda duda salvo para quienes no quieren verla o no les interesa. La seguridad alimentaria de la humanidad, no sólo de una parte, es el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible-Agenda 2030 aprobada por todos los gobiernos de la ONU. No únicamente hay interdependencia entre ellos, más bien forman un conjunto un sistema, donde eliminar la pobreza, primer objetivo enunciado, lleva naturalmente al segundo: “Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible”. Desde el siglo pasado se pasó de la lucha contra el hambre, problema milenario, a la “soberanía alimentaria” FAO; Declaración de Nyéléni 2007 (Economía Solidaria).
Es bien sabido que soberanía no es sinónimo de autarquía sino de autonomía relativa, como se sustenta en diccionarios de Ciencia Política y de Derecho, como el de Bobbio, ya clásico, o el de Dieter Nolen de 2006. También puede verse el Diccionario Español Jurídico-RAE. Miremos hacia atrás: Cuando existía la asignatura de Educación Cívica, y otras como Economía Política, Ética y Filosofía Historias y Geografías del Perú y el mundo, estudiábamos en diversos manuales y obras de consulta, que es el Estado, su origen, tipos, etc. Todo esto de modo más sistemático los dos últimos años de Secundaria, y posteriormente enriquecerlo con la Biblioteca Nacional o revistas valiosas como Ceres, de la FAO y El Correo de la UNESCO. Ahora, como antes, tenemos diccionarios, y adicionalmente la facilidad del internet y muchas más “librerías de viejo” con verdaderos tesoros del saber y la cultura.
Volvamos al tema central: Debido a procesos y circunstancias imposibles de controlar aún para las grandes potencias, en varias de las mismas, aún sin hambre, ha aumentado la malnutrición, como obesidad creciente u otros males por “comida chatarra” y factores concurrentes. Ante esto, la Organización Mundial de la Salud, OMS, así como normas de aplicación y acuerdos mundiales pertinentes, inciden en la nutrición como parte de la seguridad alimentaria.
El hambre o la inseguridad alimentaria, más aún si se razona en términos genéricos de soberanía alimentaria, se ve que son causa y efecto de la pobreza, esencialmente la miseria o extrema pobreza, medida más que en dinero, que muchas veces resulta un engaño, sino en todas sus dimensiones materiales y no materiales, en términos de su complejidad, desde lo demográfico, hasta lo ambiental.
En los años 30 científicos y promotores de la ciencia y la salud, como Josué de Castro, eminente brasileño, un clásico que casi nadie conoce o lee, pese al internet, actuó y escribió mucho en la lucha contra el hambre y el subdesarrollo (dicen que eso ya no existe), y ofrezco dos de sus más conocidas expresiones, que conocí por la Revista Política y Espíritu: “O que falta e vontade política para mobilizar recursos a favor dos que tem fome”.
Y: “Metade de humanidade nao come; e a outra nao dorme, com medo de que nao come” (pensador.com;30-06-2020).
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