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Manuel Bernales / Mejores inversiones (1 de 3)


Mejores inversiones en sectores y departamentos. Minería y agricultura son nuestras mejores palancas de desarrollo


Es hora de que tengamos una visión nacional de Estado sobre tres sectores inseparables para el desarrollo y la seguridad del Perú y los peruanos, superando criterios, enfoques y prácticas parciales que han probado sus límites, y que no son portadoras de futuro. Desde inicio de 2016, expresé en este portal, lo que desde antes sostenía en privado y en entrevistas: que la mejor palanca disponible para el desarrollo y la seguridad humana, en dominios no militares, no solo crecimiento, eran la minería y la agricultura. Esta, junto a la pesca, produce alimentos que comemos y exportamos, asimismo provee insumos industriales. El sector agropecuario es el mayor consumidor de agua. Miles de mujeres, varones y menores de edad, trabajadores, vendedores, contribuyen a la economía fiscal.


La fuente material del despegue civilizatorio ha radicado, luego de la caza, pesca y recolección dominantes, en el manejo del agua, del clima y los sectores primarios agropecuario y pesquero. El Perú hunde sus raíces sociales y culturales en grupos humanos que crearon paisaje humano, modificando el paisaje natural no solo con un sector de actividad, sino con innovadoras sinergias entre factores de ecosistemas y el trabajo humano, que hoy se ha llegado a revalorar. Por ejemplo, con la siembra y cosecha de agua, andenes, camellones y canalizaciones, algunas de las cuales, en Lima y el Cusco, han sobrevivido hasta hoy. Geógrafos, planificadores urbanos, constructores de obras civiles y militares lo saben perfectamente.


Pueblos y culturas de la costa y la sierra, así como de algunos territorios de la Alta Amazonía, pasando por el Tahuantinsuyo, la formación colonial y llegando a la República, fueron agropecuarios y pesqueros. Debemos mejorar aceleradamente ante nuevos desafíos como el cambio climático y los efectos perniciosos y probablemente duraderos de esta pandemia, que de hecho está mezclada con viejas endemias sociales. Estos desafíos son complejísimos, se presentan en toda nuestra geografía, incluido el Mar de Grau, las zonas transfronterizas, binacionales –la cuenca del Titicaca, por ejemplo–, y las relaciones de competencia o cooperación con vecinos y Estados asociados en lo comercial y economías centrales. Por ende, comprenden todos los tipos de minería y producción de energía.


Mediante la minería, inseparable de sectores ya mencionados, se demanda e induce inversiones en otros sectores, como energía, transportes, educación y servicios sociales básicos, tanto rurales como urbanos. La minería impulsa redes de “capital social” desde el interior hasta los centros conectados a la economía global y mercados de destino, portuarios y de servicios. Consume algo más del 1% del agua. Su aporte a la hacienda pública es el mayor de todos los sectores, no obstante, las críticas a las facilidades establecidas en el marco constitucional. Puede realizar mayor valor agregado con un mejor compartir.


Hacia adelante es probable mejorar normas como la del Canon y de “adelanto social”; esta, inspirada en buenas experiencias peruanas de fideicomisos locales y recomendaciones de foros mundiales de minas, metales y minería, gremios, academia, instancias del sistema de las Naciones Unidas, incluido el Banco Mundial y oenegés dedicadas al asunto, desde diversas perspectivas, en particular ambientalistas. No las confundo con entidades que movilizan personas y grupos en contra de una minería moderna, muy regulada desde su financiamiento, mientras que silencian la depredación e ilegalidad de minerías de menor escala, como la del oro.


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