La propuesta de cambio más abarcativa y profunda en Salud ocurrió en el período 1968-1975. Diversas fuerzas sociales, “multiactores”, desde el Estado y la sociedad, impulsaron reformas en la administración pública, planificación, economía y finanzas, defensa y salud, destacando funcionarios de carrera y gremiales, Colegio y Federación Médica, que hicieron escuela de pensamiento y acción en salud en fuerte interacción con otros sectores gremiales y políticos.
Con los años se forjó un pensamiento y equipos en salud pública con tres tendencias: pro mercado, pro Estado y pro “sociedad civil. Desde 1992 y 1993 se impuso la primera que hoy campea. Pongo en justo relieve el valor y sacrificios de universidades públicas y privadas, como Cayetano Heredia desde que fue creada, realizando continua innovación en docencia, investigación y extensión. Esas personas hicieron propuestas que no llegaron a cuajar. Directivos del Colegio Médico y de la Federación Médica en los 60 y 70, confluyeron en proponer al gobierno de Velasco una reforma en salud basada en sus experiencias y conocimientos de la realidad nacional y mundial, así como en el sentido movilizador y nacional de la reforma en educación que, desde la UNESCO y muchos centros de excelencia se dio como ejemplo.
En la “Primera Fase” el ministro de Salud, Mayor General FAP Fernando Miró Quesada Bahamonde, con excelente equipo de profesionales de carrera en salud y apoyo del INP, presentó una propuesta al Gobierno. El Ministro de Trabajo y Seguridad Social Teniente General FAP Pedro Sala Orosco, se opuso porque los fondos de la Seguridad Social eran de patronos y empleados. Primó la unidad de los militares en la decisión de Velasco y se postergó.
En agosto de 1975 mediante Decreto Supremo, se creó la Comisión para el Proyecto de Ley General de Salud presidida por el Director de la Escuela de Salud, Mario León Ugarte durante 18 meses de trabajo a dedicación exclusiva. Fueron miembros médicos en verdad maestros del Ministerio, de la Seguridad Social, de la Sanidad Militar, de la academia y del sector privado, más dos ex INP, David Tejada Pardo, economista, y yo politólogo que provenía de Sinamos y de Centromín Perú antes del golpe.
Vino la “Segunda Fase”. Se amplió la Comisión con destacados médicos como el Rector de la Universidad Cayetano Heredia, Dr. Roger Guerra-García Cueva, el Dr. Alfredo Chirinos y el Dr. José Barsallo Burga de la Seguridad Social. Cambió la relación de fuerzas. Hicimos un Informe en mayoría proponiendo la creación del SENPAS: Servicio Nacional Participatorio de Salud, un sistema con una alta dirección nacional, el MINSA, una estrategia nacional de atención primaria de salud, gradual y progresiva, con sus instituciones de producción de servicios y bienes desde el nivel primario inicial familia y comunidad, hasta el especializado de institutos nacionales, y una Escuela de Salud en red con universidades. Hubo otro informe en minoría con singulares dictámenes. Uno del Dr. Alfredo Chirinos, algunas de cuyas apreciaciones me parecían compatibles con la propuesta del SENPAS y otro del luego Ministro del Interior en el primer gobierno de García que usó falsedades anticomunistas e insultos.
De ese aporte, 1978, se nutrió la Escuela de Salud (evaluación y reestructuración en 2000) y la Posición del Estado Peruano para la Conferencia Mundial de Salud para todos en el año 2000, en Alma Atá, hoy Almaty, 1978, que elaboró una comisión multidisciplinaria en salud presidida por el Dr. Mario León Ugarte y que integré en Representación del INP; ver: “Una vida mejor para todos” INP-UNICEF 1979, que redacté estando en el CAEM. Más adelante se malogró lo impulsado por el Ministro Tejada de Rivero.
La política de salud depende a largo plazo de política de estado real o formal, y de los gobiernos de turno. Es inseparable del paradigma o modelo vigente y su reforma también es inseparable de las políticas de bienestar- desarrollo y de seguridad-defensa, lo que incide determinantemente cuando se actúa frente a hipótesis de desastres, como sería ahora.
Salvo períodos y aportes señeros, la política y la institucionalidad pública en salud no ha tenido el lugar ni los medios financieros y materiales, ¡los humanos son fruto de vocaciones de servicio!
No se tiene una buena política, alta dirección nacional ni organización y gestión en salud adecuada a la crisis o procesos extraordinarios. El desafío mayor es inseparable de una nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo LOPE y de algunos cambios en la Constitución. Urge un sistema con una alta dirección con subsistemas de personal, información, comunicaciones, planeamiento y financiamiento, y varios efectores subordinados, no autárquicos.
El componente privado no debe ser mellado pero que urge de correcciones que subordinen el abuso del precio y ganancia en fármacos y otros insumos para los más pobres.
El componente de solidaridad o donación debe ser mejorado para cumplir con lo que el pueblo y el voluntariado genuinos pueden hacer en salud, educación, agricultura, desarrollo y seguridad nacional integral.
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