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Luis De Stefano / Seguridad Alimentaria (1 de 2)

Productividad, Sostenibilidad y Seguridad Alimentaria


Con derecho a ofender

“Si alguien me dice que he herido sus sentimientos, yo le digo: Todavía estoy esperando que me digas cuál es tu argumento”- Christopher Hitchens


El primer presidente de los Estados Unidos, George Washington solía decir que no conocía ninguna actividad en la que se podían prestar servicios más reales e importantes a un país que mejorar su agricultura, la crianza de animales y otras ramas importantes para un labrador. Sabias palabras del padre de la república americana quien se interesó siempre por el aumento de la productividad en los frutos de la tierra cuando en la entonces jóven república americana alrededor del 90% de la fuerza laboral trabajaba en la agricultura.


Los peruanos tuvimos que esperar casi 140 años, desde el inicio de nuestra república, para leer palabras con un mensaje similar de la pluma del político, periodista y agricultor Pedro G. Beltrán. En su libro La Verdadera Realidad Peruana (1977) PGB se pregunta: “¿Podemos darnos el lujo de no tomar en cuenta los adelantos sensacionales que se están desarrollando en un rubro tan fundamental para nosotros como la producción de alimentos? ¿Vamos a seguir viviendo en el pasado, mientras los conocimientos científicos van delante a pasos agigantados? ¿Vamos a engañarnos a nosotros mismos, con experimentos a la criolla, mientras ignoramos y dejamos pasar experiencias logradas que están a nuestra disposición con sólo pedirlo?”. Estas líneas fueron escritas hace 55 años y aparentemente nada ha cambiado en nuestro país. Al contrario, desde el MIDAGRI y las ONGs relacionadas a la agricultura, fuertemente influenciadas por el ambientalismo radical, se elogia lo artesanal, lo pequeño, lo ancestral y se desprecia lo moderno, lo último de la tecnología, por ser extranjera o por ir en contra de “nuestras tradiciones”. Las consecuencias de esta crónica miopía del estado peruano y de la agenda anti modernidad de las ONGs las pagaremos muy caro en solo algunos años.


Estas reflexiones introductorias son muy oportunas a propósito de la publicación, el pasado 20 de octubre, del Global Agricultural Productivity Report, GAP del año 2022. El reporte GAP fue creado por la Global Harvest Initiative (GHI), una organización sin fines de lucro fundada en 2010 para analizar qué producción tendría que alcanzar la agricultura global para lograr mantener el ritmo de una población mundial en crecimiento. Este reporte se anuncia, desde hace algunos años, al mismo tiempo que el Premio Mundial de la Alimentación. Este año el premio recayó en la Dra. Cynthia Rosenzweig, Científica Senior y Jefa del Grupo de Impactos del Clima en el Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA por sus contribuciones fundamentales para comprender y predecir los impactos de la interacción entre el clima y los sistemas alimentarios.


Los mensajes claves de este reporte deberían ser muy preocupantes para los gobiernos, los ambientalistas, los defensores del hambre cero y el público en general por igual. Quizás el mensaje más importante es aquel que señala que la productividad agrícola global está en caída libre. Desde hace algunos años existe el consenso de que, para producir alimentos y productos agrícolas de manera sostenible para más de 9 mil millones de personas, la productividad agrícola debe aumentar a una tasa promedio de 1,73% anual hasta el 2050. Sin embargo, del 2011 a 2020, la productividad agrícola mundial creció a un promedio de solo 1,12 % por año, una caída significativa de la tasa de crecimiento promedio de 1,99 % registrada en el periodo 2001-2010. De acuerdo a estos números, los peruanos deberíamos estar en estado de pánico pues nuestra productividad agrícola en el periodo 2011-2020 creció a una tasa promedio anual de solo 0.04%. Sin embargo, el MIDAGRI ni las ONGs parecen estar preocupados. Cero interés. Por otro lado, las tasas promedios de nuestros países vecinos no están nada mal. Paraguay lidera la región con un envidiable 4.7%; le sigue Brasil con un robusto 1.97%; Chile con 1.62%; Colombia con 1.49%; Bolivia con 1.37%; Ecuador con 1.08% y Argentina con un magro 0.5%.


El segundo mensaje del reporte GAP en cuanto a importancia es que el aumento de la productividad agrícola no depende de la escala de producción. En otras palabras, las perspectivas de crecimiento de la productividad agrícola no son exclusivas de los grandes productores. Un número cada vez mayor de tecnologías agrícolas y servicios de gestión agrícola están diseñados para su uso a escalas más pequeñas. Esto que debería ser una razón para ser optimista va en contra del actual consenso en nuestro país. Tanto el MIDAGRI y las ONGs han hecho un dogma casi religioso de la idea de que la modernidad es solo para los grandes agricultores. Los pequeños necesitan de otras soluciones menos “sofisticadas”. En consecuencia, la gran mayoría de nuestros pequeños productores no pueden acceder a las innovaciones tecnológicas que de otra manera les podrían garantizar un futuro más productivo, más rentable y sobre todo más sostenible.


El tercer mensaje más importante del reporte GAP es que los eventos climáticos extremos interrumpen las ganancias logradas en la productividad. En efecto, una reciente investigación del Dr. Wei Zhang, (Extreme weather events and productivity growth) Profesor Asistente de Economía Agrícola y Aplicada en la universidad Virginia Tech, demuestra que los eventos climáticos extremos tienen, en promedio, un impacto negativo y estadísticamente significativo en la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores (PTF). De acuerdo al estudio, el impacto de las sequías es más de tres veces el impacto de un evento climático extremo promedio. Siendo el Perú, de acuerdo al Tyndall Center de Inglaterra, el tercer país más vulnerable al cambio climático después de Bangladesh y Honduras, estos choques climáticos pueden tener un efecto sostenido en el crecimiento de nuestra productividad agrícola.


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