La salud mental: que sabemos ¿cómo la afrontamos como sociedad?
Hablar de salud mental siempre es complicado, porque el tema trae consigo muchos estigmas y prejuicios; complicado de abordar a nivel familiar, entre amigos, así como en los diferentes entornos en los que nos movemos; condicionado por lo delicado como por el desconocimiento sobre el tema, a pesar de que se conforma en un componente fundamental para nuestro bienestar general; puesto que la salud mental influye en nuestro estado emocional, psicológico y social, afectando la forma en que manejamos el estrés, en cómo nos relacionamos con los demás, en la toma de decisiones y como enfrentamos los desafíos cotidianos.
Ahora bien, una buena salud mental no solo se limita a la ausencia de trastornos mentales, tales como la depresión, la ansiedad o la esquizofrenia; también implica tener habilidades de afrontamiento efectivas, relaciones interpersonales saludables y un sentido de bienestar emocional y psicológico, así como la capacidad de reconocer nuestras emociones de manera saludable, tener una percepción positiva de uno mismo y la vida en general, mantener buenas relaciones con los demás, con conexiones sociales positivas y de apoyo para los momentos difíciles, tanto como la capacidad de resiliencia, es decir de adaptarse y recuperarse de las adversidades.
La situacion Post Pandemia, nos ha permitido observar el incremento de este tipo de problemas, sobretodo en la poblacion mas joven, y nos obliga a analizar con que recursos cuenta el sistema de salud en nuestro país para responder a esta necesidad de atención de problemas, sumado a que la especialidad es una ciencia que a la fecha está deficientemente documentada y no cuenta con protocolos y tratamientos estandarizados para la atención de pacientes como en el caso de las enfermedades somáticas, puesto que la especialidad requiere una atención personalizada a los pacientes que padecen estos trastornos puesto que responden a diferentes condicionantes vinculadas a su particular experiencia de vida; requiriendo para la rehabilitación de las personas con este tipo de afecciones de la participación conjunta de los especialistas, el entorno familiar y el circulo más cercano de quienes las padecen.
Según cifras del Ministerio de Salud, la inversión en salud mental en el Perú está en el orden del 2% del presupuesto total asignado al sector salud, lo que se traduce en una falta de recursos para la atención de quienes padecen trastornos mentales y para la promoción de la salud emocional en la población.
A pesar de esto, la repuesta del sector se da tanto a partir de los centros de Salud comunitaria que a la fecha son 292 y los hogares protegidos que son 94, como en los establecimientos de salud, en tanto que a la fecha se tienen 52 unidades de hospitalización en salud mental y adicciones en hospitales generales, 1430 establecimientos del primer nivel de atención con servicios de salud mental ambulatoria, 36 hospitales con módulos de atención al maltrato infantil y del adolescente (MAMIS), 11 equipos de salud mental para poblaciones distantes y en situación de calle, y seis servicios de salud mental en establecimientos penitenciarios distribuidos a nivel nacional.
El Colegio Médico del Perú, refiere que existen alrededor de 1,300 psiquiatras, de los cuales 660, es decir el 50.76% trabajan en el sector público y el resto en el privado. Toda esta oferta sigue siendo insuficiente para la alta demanda de servicios de salud mental existente en el país.
Los Centros de Salud Comunitaria, que trabaja MINSA, son espacios que ofrecen atención especializada a personas con trastornos mentales y problemas psicosociales graves o complejos, incluyendo a niñas, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, y están contemplados como centros de atención primaria debidamente equipados, que cuentan dentro de su capital humano con psiquiatras, enfermeras, psicólogos, médicos de familia, trabajadores sociales, tecnólogos médicos y técnicos en enfermería; los que conforman equipos de trabajo multidisciplinario orientado a adaptarse a las necesidades específicas de los pacientes usuarios del servicio, brindando un servicio enfocado en fortalecer la salud mental de la población mediante la prevención, tratamiento recuperativo y rehabilitación psicosocial. Y los hogares protegidos, orientan sus servicios médicos de apoyo transitorio en viviendas con características propias de la comunidad brindando alojamiento a un máximo de 8 personas entre 18 a 65 años, vestimenta, alimentación, acompañamiento psicosocial, intervenciones de fortalecimiento del autocuidado personal, desarrollo de habilidades para actividades de la vida diaria, así como soporte a la integración socio comunitaria y apoyo a la reintegración laboral.
Comments