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Jórge Arévalo

Jórge Arevalo / Los Pastores de la pobreza (1 de 2)

“…Los pobres son nuestro seguro, por eso tenemos que tener más pobres…” AMLO- Psdte. México.


La pobreza, siguen envolviendo a millones de peruanos, haciéndolos sentir desesperanza; mientras la insatisfacción aumenta, las autoridades siguen culpando a los estragos de la pandemia COVID 19 actitud que linda con la hipocresía porque, se niegan en reconocer que el cáncer de la corrupción e ineptitud (de la que son parte) está deslegitimando al Estado; no sólo son las autoridades sino agreguemos otros actores ideologizados que felices contribuyen a esta realidad, referimos a las ONG que alientan a la pobreza para aumentar pobres sabiendo que así aseguran la continuidad para su enriquecimiento, destruyendo la vida, la sociedad y al Estado. Expresamos nuestro reconocimiento a aquellas que no forman parte de esta radiografía (son poquísimas).


Escribir esta reflexión no ha encontrado mejor razón luego de releer un libro escrito hace más de 22 años titulado “Bailando con la Pobreza: la gran fiesta “donde su autor describe con aproximación de cirujano, a todo el enjambre constructor de la pobreza señalando sus actores (personajes e instituciones), los estilos para robar al Estado y a la sociedad. La lectura hecha y contrastada con el presente solo queda decir, nada cambió.


A la pobreza la conocemos, porque al mismo estilo del Tango “Mano a mano” del argentino Gardel, con los hermanos, cuando éramos niños y jóvenes la hemos gambeteado en la casa de nuestros padres. La pobreza es esa fulana, que te obliga a asistir a la escuela, con un solo cuaderno y la mitad de un lápiz. Es la que te lleva por las calles, con pantalón y camisa con parches; es la que te condena, a cortar la punta de los zapatos viejos, porque no hay dinero para renovarlos o es la que hace que la mamá te engañe, achatando el poco de arroz en el plato, para que parezca abundante.

Es aquella, que te corta los sueños desde niño, porque en noches de navidad, el papá Noel se olvida que existes y no llega con regalos a la casa. La que les da la espalda a los ancianos, y los recluye en una celda oscura y fría, del abandono. Es la misma, que según el conocer del médico, indica que no creces, porque le falta papa a la olla. No es otra más, que la encargada de distanciarte de las Universidades. La que se ríe, porque te vas a la cama con el estómago vacío; de veras que es difícil conciliar el sueño, cuando se siente hambre. Es la fulana que nubla el horizonte en el campo y te hace creer que tus sueños pueden hacerse realidad en la ciudad. Pero allá voy sin saber que te espera, y te someterá a los rigores más crueles, dizque para probarte de que madera estés hecho.

Con el conocimiento y vivencia directa por haber vivido en el campo y por un período largo, viviendo en la pobreza hace más de cuarenta años, leer hoy en día, lo que al respecto sostiene el Banco Mundial2, es escalofriante, al señalar que” ...entre 2004 y 2019, la pobreza se redujo de 59 % a 20 % principalmente por el impulso del crecimiento económico3, aunque esta cifra aumentó a 26% en 2021 a consecuencia de la pandemia.”. No obstante, muchas de las personas que salieron de la pobreza permanecieron en la zona de vulnerabilidad, donde cuatro de cada diez peruanos están en riesgo de caer o ya están en pobreza, el nivel más alto desde 2004.


Un momentito, decía el amigo Juan Tume - dirigente campesino del Bajo Piura- cuando no estaba de acuerdo con la opinión, que otro sostenía. La pobreza en el Perú se ve

reflejada en amplios sectores de la población4 rural y urbana, que no cuentan con servicios básicos, de agua, desagüe, luz, vivienda digna y segura. A estas alturas del partido, con alumnos asistiendo a la escuela, con su infraestructura en estado deplorable5, en pleno siglo XXI. Con establecimientos de salud, sin profesionales y si los hay, no existe medicina para socorrer a los pacientes. Con comedores populares y ollas comunes6, que se han convertido en el nuevo refugio, para alimentar a los más desposeídos. Es esta cruda realidad, que nos muestra la foto del momento.

Dos perlas solamente, necesitamos colocar en el tablero del análisis, para demostrar que la existencia de tales índices de pobreza, no se justifica en nuestro medio. La primera perla, las transferencias del gobierno central, por canon minero y regalías a los gobiernos sub nacionales, que el 2022 les fueron transferidos 7, 884 millones de soles.

Y la segunda perla, las captadoras de apoyos internacionales, las benditas ONGs, creación heroica de la gente de izquierda. En el Perú, hay 995 registradas en la Agencia Peruana de Cooperación Internacional7 y que aparecieron hace más de 50 años. Solicitadoras de fondos importantes, dizque para apoyar a los pobres. Si hacemos un ejercicio, y sólo consideramos que cada una de ellas, durante su existencia recibió, un monto de tres millones de dólares cada una, tenemos que en total manejaron a su antojo 2,985 millones de dólares. Y que en la actualidad siguen actuando con ventaja. Porque se pasean en su ámbito, sin control del Estado. Y duele constatar, que somos un país de pobres, que se elaboran narrativas contra la pobreza. Narrativa que es utilizada por los grupos políticos, para llegar al poder.


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