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Julio Schiappa Pietra / Torre de Babel

Las muertes de Ayacucho iniciaron una crisis en el espíritu del gobierno. Un gobierno privado de socialización normal con las autoridades regionales, municipales y legislativas, cómo demuestra cada salida a las regiones de la Presidente y sus ministros. Eso se traduce en falta de legitimidad. Y pronto el diluvio del Norte trae un Yaku de paros y protestas. Hartos de vivir más de dos meses en agua con caca, un Paro el 18 de abril es un grito de batalla que necesitan los protestantes del Sur para volver a Lima. ¿Cómo se le juntan tantos Yakus al Gobierno?


Lo más parecido a la torre, donde nadie entendía lo que hablaba el otro, son las tres instituciones más importantes de la democracia peruana. El Poder Ejecutivo organiza viaje a Piura de la Presidenta, y recibe lluvia de protestas y lisuras como si hubiera bajado en la Plaza de Armas de Ayacucho. El Congreso inventa sesiones de zoom para aparentar que representantes están con su electorado, en realidad un 90% están como refugiados en Lima. El Ministerio Público, con gran vocación de avestruz, retira fiscales y cierra oficinas en regiones adónde hay que investigar asesinatos. A la vez denuncia a Universidad Alas Peruanas por no publicar la invisible tesis de Patricia Benavides.


Ninguno de estos organismos representa el bien público con sus acciones, predomina el interés propio, personal y político de sus líderes. Las cúpulas que gobiernan el Perú, se han vuelto una Torre de Babel, sin capacidad de llevar a buen puerto al país.


En primer lugar, está la absoluta capacidad de un espíritu narcisista -como parece ser el de la Presidenta- de ser empática con la opinión ciudadana. Sus declaraciones contra Puno condenando sus demandas, la incapacidad de pedir perdón investigando los asesinatos, alusiones a la falta de recursos para entender el Norte inundado y desbastado.


En segundo lugar, la falta de formación en gestión pública a un nivel como la residencia, solo ha tenido un cargo en RENIEC durante 14 años. No hay standard en asesores, ideas, ni capacidad de visualizar los efectos en el público de sus acciones. Parece que los peruanos se han decidido a no aceptar a un gobierno, cuyo gran error es seguir mirándose el ombligo sin corregir el rumbo. Sin mostrar empatía con los que sufren y mucha con los que la gente no simpatiza. Está Babel va a ser derribada, va contra la física y la razón.


En esta Babel, el poder ejecutivo sigue en una crisis que continúa la de Castillo. ¿Alguien puede garantizar que los funcionarios no están robando? ¿El viaje de la Presidenta a Piura no refleja falta de inteligencia, asesoría estratégica y sentido común? ¿Los llamados a rezar y el espíritu navegante de su Ministra de Vivienda no revelan un caos conceptual en el gobierno? La crisis, lo dijo bien el Jesuita Pedro Barreto, es moral: "no podemos aceptar un gobierno con las manos manchadas con sangre". Y lleno de disfuncionalidad para gobernar


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