Julio Schiappa Pietra / ¿Por qué fue a Ayacucho?
La presencia en Ayacucho de la Dra. Dina Boluarte, en fecha muy próxima a las masacres, exponiéndose a las protestas, y a un irreverente jalón de mechas, me confirmaban una conducta obsesiva e irracional, que tenían que tener una explicación de la ciencia.
Tomemos dos ejemplos, de singular crueldad, que expresan que algo no es normal en la obsesión por imponer su autoridad personal, en los lugares más calientes del país.:
La Presidenta reiteró un discurso muy violento -llamando asesinos a los autores de las protestas-en la Selva Central al fracasar otro mitin suyo, en Pichanaki, ubicado a orillas del Perené. Allí fueron muertos 3 jóvenes el 16 de diciembre del 2023, todos por la espalda y sin participar en las manifestaciones. Según audios y denuncias del portal web Epicentro, los crímenes fueron ejecutados, aparentemente con armas y municiones suministradas por la policía a la Banda “Los Intocables de la Selva Central”. Un hecho gravísimo de violación de los derechos humanos, y de corte criminal que implicaba a la PNP. No podía ir como Presidenta a esa localidad, ni menos con un discurso como el que dió, desatando una violenta reacción de la población.
En Chalhuanca, su tierra natal, y de la que sus familiares fueron evacuados en helicóptero poco después que ella asume el poder, igual conducta. Durante las manifestaciones del 9 de febrero dos camiones que transportaban a manifestantes de regreso a su pueblo fueron abaleados por la policía sin previo aviso. Allí murió un joven y popular músico del grupo de Yarita Lizeth, Denis Huaraca Vílchez. Quedaron seriamente heridas 7 personas. Los policías iban encapuchados y en camionetas con placa falsa, un típico crimen de Estado en represalia por las protestas. Igual, antes de Navidad, llenó de policías su Plaza natal y dio otro discurso agresivo, multiplicando su impopularidad.
Errores políticos mayúsculos, y actos contra la empatía, que buscan imponer aceptación por la fuerza en la población. Sin importar las reacciones humanas y conmovedoras de las viudas, huérfanos, la prensa u opinión pública de la región.
Apasionado por la verdad, consulté por teléfono con dos psicólogos amigos. Estos creen que la Presidenta puede estar padeciendo de narcisismo, una patología, en que el afectado es dominado por una obsesión de grandeza o destino manifiesto, que lo hace construir una realidad a su medida. Dicen que nada conmueve al narciso o a la narcisa, carece de empatía con los demás, solo viven para sus fantasías. Me dijeron que por teléfono solo analizaban indicios, no daban diagnósticos. Para preocuparse.
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