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Julio Schiappa Pietra / La carga de los aymaras

Los Aymaras se han vuelto los grandes protagonistas de la lucha simbólica en este desborde popular peruano. Los rebeldes del Sur luchan por su dignidad, por algo mucho más valioso que todas las Caravanas que el régimen envíe para sobornarlos.


Los Aymaras son 1.7% de la población peruana, 430 mil personas, 1 millón 650 mil en Bolivia y 127 mil en Chile, casi dos millones que habitan en 3 países. Una internacional andina con gran potencia política y económica. Casi todos los aymaras peruanos tienen secundaria completa, muy por encima del estándar de Puno. Los residentes urbanos son todos exitosos comerciantes.


Un manifestante aymara, entrevistado en TikTok a su retorno a Puno, después de participar en las manifestaciones de Lima, resume el sentido de las protestas aguerridas de su pueblo contra el Gobierno “Vamos a Lima y hablamos con los periodistas en Aymara. Participamos en todas las manifestaciones. Estamos por el orgullo Aymara”. Una presencia identitaria, financiada por las comunidades, que envían delegaciones rotativas a Lima para asegurar su presencia en la protesta.


La vinculación de las luchas de Puno-en sendos mensajes del Premier y la Presidenta- a terroristas, narcotraficantes y mineros ilegales, levantó en gran medida la resistencia aymara. Lo dicen todos los periodistas y políticos de todas las regiones con poblaciones aymaras. El giro a un activismo decidido y político de la etnia, residente en el sur del Titicaca, es resultado de una decisión tomada en todas las comunidades y el viajar de delegado comunal a Lima, es un voluntariado que honra a los participantes, quienes, a su retorno, son recibidos como héroes. Esto tiene que ver con la esencia comunitaria de esta etnia, adonde ser nombrado a una responsabilidad por la comunidad es un deber ineludible, extensivo a la familia y pariente del aludido. Esto ocurre también con la gran comunidad de aymaras residentes en Lima que han sido encargados de alojar, transportar, alimentar y defender legalmente a los delegados huéspedes de la capital.


Bien vale recorrer casi 2 mil kilómetros para comerse un puka picante o un caldo típico en los inmensos supermercados UNICACHI, que son la base del apoyo a sus connacionales en Lima. Un símbolo del poderío comercial y económico de un pueblo fundacional del Perú y que controla los circuitos comerciales transfronterizos en 3 países.


El gobierno le ha faltado el respeto a los aymaras, no sabe con quienes se ha metido. Los herederos de Túpac Katari y Evo Morales, los más ricos comerciantes del sur peruano, nada menos.



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