Desde que Ucrania se volvió territorio de guerra, no fue la Pandemia del COVID19 el vector determinante de cambios en el mundo, sino la geopolítica. El mundo observa un realineamiento de fuerzas una de cuyas expresiones es la guerra non sancta desatada entre Israel y Hamas.
Hay una primera razón para la ofensiva de Hamás y es la amenaza del aislamiento internacional de la causa palestina. Causa que no ha logrado hasta hoy una solución política para construir un estado palestino o una convivencia civilizada entre los dos pueblos.
Desde que Arabia Saudí decidió reunirse con el Gobierno de Netanyahu, los palestinos saben que su causa está siendo abandonada por sus aliados árabes. Estos no ven futuro en un movimiento de liberación, irremediablemente dividido, con territorios cada vez más reducidos y las masas de palestinos sometidas a un apartheid que socava su moral para resistir.
Con esta ofensiva, Hamas cree que puede recuperar la presencia política de su causa en las masas árabes y presionar a los gobiernos a no seguir a los judas saudíes. Pero el resultado también puede terminar en un Holocausto Palestino por la violencia de las acciones de guerra incoadas desde la Franja de Gaza. El terrorismo nunca ha ganado una guerra o capturado el poder a lo largo de la historia.
Los árabes saudíes practican el activismo internacional, a favor de un espacio económico y comercial independiente del bloque que lideran los padrinos de Ucrania, guerra que podría estar a punto de perderse. O derivar en un largo proceso de estancamiento. Eso obliga al realineamiento de los saudíes frente a Turquía o Irán, calculo en el que los palestinos estaban casi sin juego, hasta que Hamas irrumpe violentamente en el escenario.
Una tercera causa, es la pugna de Hamás por demostrar que su proyecto militarista es el único que puede dar salida a la causa palestina, imponiendo su hegemonía ante su principal competidor, la Autoridad Nacional Palestina.
Finalmente, el extremismo de derecha lanza un mensaje de venganza, muy grave cuando lo hace un Jefe de Estado como Benjamín Netanyahu, y Hamas postula el extremismo armado frente a Israel sin poner límites a su terrorismo contra civiles.
El único resultado, de semejante choque, solo puede ser un Holocausto Palestino o una guerra regional de impredecibles consecuencias si se descubre que Irán estuvo detrás de la movida terrorista de Hamás.
Recordemos: el extremismo solo extermina, no construye la paz.
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