¿Alguien cree que algunos de los candidatos que se postulan podrían ser elegidos, su elección respetada y que su gobierno pueda manejar el país? Sin una reforma previa de las leyes electorales, no.
Los políticos peruanos son víctimas de una variedad del Dengue: han sido picados por un mosquito que transmite ilusiones electorales. Con tal furia, que muy pocos han caído en la cuenta de que asistimos a una maniobra envolvente, destinada a enredar el proceso electoral desde el gobierno y el congreso. Es decir, una movida que busca perpetuar el poder que hoy demuele la república. Y asegurar el creciente poder de los informales y algunas economías criminales.
Es la consecuencia lógica de un cambio en la estructura del poder en el Perú: una nueva elite informal ha capturado el poder tomando el Congreso a partir de la victoria de Pedro Castillo. Quedan para la anécdota su precariedad, el gabinete en la sombra, sus ministros de terror y la mentalidad de pericotes que el personaje permitió en Palacio y los ministerios claves.
Lo cierto es que Acuña, Luna, Salhuana, y otros, representan un nuevo grupo de intereses, que, controlando el Congreso, articulados con la Presidenta, y su grupo de abogados y tecnócratas de medio pelo en el gabinete, resultan en una mezcla venenosa para la institucionalidad del país.
El resultado es un cambio radical en las reglas de juego constitucionales y electorales, expresado en 80 reformas y decenas de leyes a la medida de sus intereses políticos y económicos. Desde grupos de anti justicieros, como lo abogados de decenas de corruptos, hasta los más moscos representantes de la agro industria que "picó" al estado con una escandalosa rebaja de impuestos que sustrae 1,800 millones de soles el presupuesto general de la república. Para todos hay.
Los transportistas forjaron una presencia pública y los mineros multiplican su presencia en el escenario electoral de todas las regiones y municipios del país. Además, están perfectamente asimilados en APP, PODEMOS, SOMOS PERU, hasta en los miméticos comunistas de derecha en la directiva del Congreso. La próxima elección general es un escenario amenazante, porque no unirá al país y sus reglas son parte de un juego de aplanadora-orquestada por el Fujimorismo-que puede terminar en una consolidación del poder autoritario en el país.
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