Mientras en la red social X se reescribe la cultura, el lenguaje, las interpretaciones políticas y sociales, se está produciendo un cambio radical en los políticos y la política en todo el mundo.,
La cultura “X”, acaba de tener un efecto en el Congreso de la República, adonde la Congresista Patricia Chirinos ha lanzado un manifiesto anti intelectual contra Ortega y Gasset, citado por el Dr. Aldo Vega, de la JNJ, en su defensa en el Pleno. De manera grosera, dijo que nadie “entendía de que hablaba” el Sr Vega. Terrible, Ortega es uno de los más grandes pensadores conservadores del mundo, a quien su Padre, Enrique Chirinos Soto, citaba con frecuencia en los debates parlamentarios de otro tiempo.
¿Cómo pedir a gente, como la Sra. Chirinos, cultivada en el odio generado por el twitter y el TikTok, que entiendan, la necesidad republicana de respetar los derechos de las autoridades de organismos autónomos del país?
Esta es una diferencia cultural significativa y parte de las divisiones que hoy nos atraviesan. No hay puentes posibles, cuando hay una cerrada negativa en aceptar al otro y la necesidad de leer para informarse mejor. El achoramiento es la respuesta de los ignorantes.
La ultraderecha internacional ha cogido por los testes a un progresismo latinoamericano demasiado acostumbrado a la buena vida de los cargos públicos y a la irresponsabilidad del gasto burocrático. También a una izquierda abrumada por el desastre económico y de derechos humanos de Venezuela. A pesar de que AMLO, Lula, Boric y Petro serían la nueva hornada de izquierdistas que demuestran que mercado y democracia son compatibles, la derecha controla la comunicación social y vende fake news sobre estos gobiernos.
Melvin Calcaño, un profesor dominicano de la Universidad Complutense dice:
“La peor aportación de la ultraderecha ha sido la degradación del debate político. Pues han logrado convertirlo en una extensión de las dinámicas de redes sociales, donde la verdad no es cuestión de hechos sino de confirmación ideológica y binarismo maniqueo: buenos vs malos.
Esto tiene terribles consecuencias porque debilita sustancialmente la democracia dado que esta última tiene a la verdad como su fundamento. Sin verdad ni aquello que Dahl (1986) definió como "discusión pública iluminada" no hay democracia posible. No hay política siquiera”.
Habría que agregar que la ultraderecha es una consecuencia de las limitaciones del modelo político y económico actual. Su efecto negativo en el debate es que no pueden acudir más que a lo instintivo y la reacción visceral frente a fenómenos sociales. Todo ello mientras los problemas sistémicos de siempre siguen.
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