La exigencia de derogatoria de la llamada Ley Pro Crimen ha terminado por unir a todo el país en un no diálogo de sordos con el Congreso y el Ejecutivo.
La anécdota más significativa de ese no dialogo, fue el desencuentro que tuvo el Congresista Jorge Montoya con un dirigente de los transportistas quien le recordó su célebre frase “los congresistas no pueden comer alfalfa”. Montoya le lanzó un carajo y casi se va a las manos con el rudo chofer de bus. Nada justifica la reacción del congresista, y tampoco se entienden, los gestos y lenguaje, de líderes poco experimentados, que no corresponden a una negociación.
Parte de esta incapacidad de negociar está en que nadie atina a separar el tema de los partidos como organizaciones criminales, medida que puede volverse anti democrática y arbitraria en manos de cualquier gobierno, de un debate sobre las ventajas. para sicarios y extorsionadores. que la discutida ley contiene.
Más bien, la líder de Fuerza Popular ha impuesto un cepo a su bancada, para librarse de procesos judiciales en su contra, que ha actuado de pincha globos de la derogatoria de la medida pro crimen, con altísimo costo político y electoral.
¿Alguien duda que Keiko prepara su cuarta derrota electoral con su cerrada oposición a la movilización popular de estos días?
El resultado es que, de estos paros, puede abrirse un proceso como Chile 2019 o Colombia 2020, que, en paralelo, puede radicalizar pedidos y profundizar la crisis peruana. O cambiar radicalmente la farsa electoral actual por un nuevo cauce democrático. Que puede acabar con la chusca clase política que hoy nos desgobierna.
También, asoma detrás de la exhibición masiva de musculo de la Policía y Fuerzas Armadas frente al Paro, de las leyes para militarizar la seguridad, y del discurso abiertamente dictatorial del Premier y su Ministro del Interior, el dragón de una dictadura cívico- militar. Casi lo pide en un comunicado Keiko Fujimori esta semana.
La unanimidad contra el crimen que existe en todo el país, no es administrada por el dúo Congreso-Ejecutivo, cuyas respuestas autoritarias ante las protestas, elevan la antipatía popular a 92% para la Presidenta.
Como me dijo un paiteño hace días “los que nos gobiernan, son como la Pota, están a 200 millas de la gente”. Sin embargo, siempre hay una luz. Esta semana, líderes gremiales de trabajadores y empresarios, así como diversas plataformas, se reúnen para postular un Acuerdo Nacional por la Seguridad.
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