La designación de nuevos ministros es un ritual que tiene mucho de pueblerino en el Perú. No por el calor popular que los acoge, sino porque se juega a los dados en su selección a último momento. Emocionante, y, muchas veces, breve tránsito a la Historia.
El protocolo tiene mucho de Kitch, por el tipo de juramento con un texto arcaico, la presencia de familiares y amigos como si de un matrimonio se tratara, la emoción primeriza de los amateurs y el rostro preocupado de los que conocen el dragón del Estado por dentro. Una pintura costumbrista republicana del Perú de siempre.
El gabinete recién cambiado, nace más de la baja obligada de varios titulares de carteras que de una visión estratégica del rumbo que debe seguir el Estado. Un grave problema porque el buen gobierno requiere todo lo contrario a la improvisación, al ojo, y la búsqueda de personal sin objetivos, que ha caracterizado al régimen de Pedro Castillo y a sus sucesores actuales. Sin planes con cálculos financieros y seguimiento de objetivos no existe buena administración pública.
Así que los cambios de gabinete realizados son una continuidad en las debilidades estratégicas del régimen y un posible cambio de rumbo en algunas carteras, por el talento personal de los ministros, más que por el trabajo concertado en equipo. Apuesto una chifa que el MEF y Energía y Minas, en manos de José Arista y Rómulo Mucho, posiblemente sean las designaciones más acertadas. Tienen una buena combinación de know how, conocimiento de las regiones del norte y el sur, con experiencia política suficiente para no meter la pata.
Una pregunta que vale millones de dólares es: ¿para que se mantiene a militares retirados en la cartera de defensa o policías en la del interior, cuando se sabe que no son buenos gatos despenseros de los recursos económicos en manos de sus camaradas de armas? Está demostrado que, cuando hay ministros civiles en Defensa e Interior, hacen mejor trabajo y controlan la corrupción e ineficiencia. Incomprensible que un ex Ministro de Defensa como Alberto Otárola no dé el paso necesario para civilizar (en el sentido de volver civiles) ambas carteras.
En otras carteras como medio ambiente han trasladado al ex Jefe de la ANA, que anuncio la finalización de enmallados en la cuenca del Rímac “para diciembre 2023”. Precisamente el mes en que se iniciaba el diluvio no-nato de un Niño muy fuerte. Sobre él, y varios malísimos ministros que aún quedan, nos reservamos opinión.
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