Tirar la toalla, agarrar la comba y destruir todas las instituciones, es lo que parece magnetizar a las masas de descontentos latinoamericanos, sobre todo jóvenes, hartos de la corrupción, ineficiencia en política social y la ausencia de futuro que amenaza a la sociedad.
Las pulsaciones anarco autoritarias subyacen tras el libreto del cambio acelerado y sin concesiones que proponen Milei y Bukele. Veamos el caso Bukele, que políticos sin juicio quieren importar al Perú.
Bukele ha sido recientemente calateado por un periodista argentino, en un reportaje publicado en YouTube. El 27 de marzo de 2022, en que las pandillas mataron a decenas de personas en un pulseo de negociación con el gobierno, Bukele les declaro la guerra. Hasta aquí la historia cautiva a todos: la guerra ha tenido un efecto drástico en parar la violencia.
Sin embargo, el reportaje le agua la fiesta a los bukelitas, cuando explica las terráqueas razones políticas del mal gobierno de Bukele que han empujado a esta guerra, apresurada y extrema, contra la delincuencia.
Una primera razón está en el desastre económico que heredo Bukele, con un déficit generado por la deuda externa con vencimiento a corto plazo. Su reacción fue la de un Presidente/Matketero, con el intento de cambiar la moneda salvadoreña por el Bitcoin como mágica solución para conseguir dólares. Sin embargo, vino la crisis de los bitcoins y todo el tinglado espectacular se vino abajo. A ello se unió una falla central en las telecomunicaciones del país: el internet era muy malo, incapaz de sostener las transacciones en línea del nuevo sistema.
Lo grave es que su gobierno tenía fecha para pagar 800 millones de dólares el 1 de enero del 2023. Lo hizo logrando un salvataje con su novísima tarjeta de presentación: la política de Seguridad.
En consecuencia, todo el proceso no es resultado de una cuidadosa planificación para administrar la seguridad, sino la necesidad de oxigeno político por una crisis económica mal manejada por un líder impredecible, autoritario y dispuesto a todo con tal de mantener el control vertical del estado. Un gran riesgo para las libertades públicas como revelan las detenciones arbitrarias que llegan al 20% de personas inocentes sometidas a un trato violento y vejatorio.
Si se justifica parar la violencia, pero el camino anarco voluntarista de Bukele postula un régimen de excepción sin límites. No parece ser la ruta a imitar.
Comments