Pocas fechas contienen extremos de crueldad como el 11 de Setiembre, día en que murió Alberto Fujimori. En 1973, ese día asesinaron a Salvador Allende (unos 30 mil muertos). En fecha similar, en el 2001, Bin Laden mandó volar el World Trade Center en Nueva York (más de 3,000 muertos). Es también fecha de justicia histórica para los peruanos: ese día murió Abimael Guzmán, el más grande criminal de la historia del Perú.
El reciente 11-S-2024, sería un el acto de crueldad contra los miles de peruanos y sus deudos, civiles inocentes no comprometidos con la subversión, que perdieron la vida asesinados, desaparecidos o torturados a manos del estado durante la guerra contra Sendero Luminoso.
Siguiendo con las cábalas, el 14 de setiembre, día del Funeral de Fujimori, en el año 2000, Luis Ibérico publicó el video Kouri-Montesinos, que inició el fin del dictador. Ironía, el aniversario de su caída coincide con la fecha de su entierro.
Un funeral de estado de 3 días, en el que la Sra. Keiko Fujimori se permite exonerar a su padre de todos sus crímenes y robos, con los mismos homenajes que el estado reserva para Presidentes Democráticos, es un ultraje a principios centrales de las tradiciones patrias. Y una muestra de la deslealtad a la memoria de Haya, Belaunde, Paniagua y Barrantes, que merecieron esos honores.
Un amigo periodista extranjero, al ver los discursos en vivo de Keiko y Boluarte por todos los canales de televisión, me comentó: “Esto degrada al Perú. Es como si Pinochet y Videla hubieran sido exonerados por sus respectivas hijas o amigos, desafiando a la justicia democrática. Ninguno de esos asesinos tuvo funerales de estado”.
No se cierra allí la historia, cargada de traiciones, de Fujimori. Su viaje a Chile, el 2006, fue un proyecto de regreso al poder coordinado por un ex Canciller del Perú residente en ese país, la familia de peruanos-chilenos Radmussen, y ultra conservadores peruanos. Fracaso porque la derecha chilena no ganó las elecciones y basto una llamada desde el Perú para que Michel Bachellet-elegida Presidenta- decidiera retenerlo detenido y procesarlo para su posterior extradición a Perú.
La inteligencia peruana, tenía la seguridad que el complot para el retorno de Fujimori al Perú incluía un trato con el posible gobierno de derecha en Chile, para definir los límites en la frontera marítima sur del Perú con ese país, con un acuerdo a favor del gobierno de Santiago. Eso se llama traición a la patria y a eso se prestó Fujimori.
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