Lo dijo con todas sus letras el actual Ministro del Interior, obviamente un vocero de la Presidencia, que debemos enviar a los sicarios a ser encarcelados en EEUU porque aquí” los jueces y fiscales no los pueden tener presos”.
Menudo tamal malogrado para la PNP y el Gobierno. Dicho a pocos días de un encuentro bilateral Perú-EEUU, adonde gringos e incas tienen que definir el futuro de sus relaciones, esto revela que el gobierno es débil hasta la anemia terminal, porque el máximo responsable de la seguridad del país no conoce lo que es la soberanía de los estados. Parece que él y la Presidenta quieren imitar la política seguida en Ecuador de confiarle al FBI la lucha contra el crimen.
Más grave aún, el Ministro plantea exportar sicarios, producto no tradicional indeseado por el Tío Sam, que sólo acepta los delincuentes más simbólicos como El Chapo Guzmán. Porque reafirma ante su opinión pública que persigue a los más-más del crimen internacional, que se han atrevido a ejercer su poder mafioso en el país adoptivo de El Padrino.
Es un hecho totalmente político. Un sicario no tiene el status necesario para merecer una prisión en Texas o California.
La anécdota de exportarle sicarios a los gringos revela que el Ministro no sabe ni donde está parado sobre los casos de extradición internacional de criminales. Parece chiste de El Chavo (y de El Chapo) pero es un asunto muy grave, porque demuestra que el Ejecutivo está dedicado a la micro gerencia y no tiene una estrategia funcionado para acabar con el crimen. Y permite conocer que el Ministro del Interior es un oficial retirado, sin cultura política, poco cosmopolitismo, y conocimiento de sus deberes como integrante del Ejecutivo.
Las declaraciones, quizás accidentales y sin mala fe del Señor Ministro, revelan el caos y desorden que persiste en el ejercicio del poder en el Perú de hoy. Sobran ejemplos.
El pacto que gobierna el Perú se compone de la cazuela de la política peruana cuya vanguardia intelectual y política es el fujimorismo, siendo su retaguardia, la derecha económica y militarista, que busca volver a los años de Putis y Cayara, en la presente batalla contra el crimen.
Grave error político, que requiere un responsable preparado para administrar con ciencia y sabiduría el sector adonde se juega la seguridad del país y el futuro de la República.
Al Ministro hay que exigirle rectificación. Y decirle NO a los que quieren controlar la seguridad del país, sin respetar nuestra soberanía.
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