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Julio Schiappa Pietra

Julio Schiappa-Pietra / Maduro, muestra las actas 

Con 330 mil millones de reservas probadas de barriles de petróleo, con ingentes yacimientos de oro y litio en estado sólido, Venezuela es un bocado de cardenal para jugarretas geopolíticas. Justo en el tránsito al nuevo orden multipolar era la ocasión para que el país pudiera iniciar un nuevo rumbo. Hasta que Maduro perdió las elecciones y no tiene como demostrar lo contrario.

 

Pero el autoritarismo, el fracaso económico, la corrupción y el nexo con las economías criminales, convierten al país en un paria mundial y en un factor de riesgo para todos los países de Latinoamérica.

 

Dicho esto, cabe hacerse a conciencia varias preguntas: ¿puede alguien proclamarse Presidente sin presentar las actas que consignan la votación? ¿Lo aceptarían los ciudadanos de algún país de América Latina? Nadie pana, en su sano juicio.

 

¿Algún peruano, que ama a su patria, puede estar del lado del Tren de Aragua, protegido y tolerado durante años por el gobierno venezolano? Organización criminal que ha desatado una masacre incontenible de jóvenes, de pequeños empresarios y peruanos de bien. Lima y todas las ciudades del Perú son hoy sucursales de las violentas Caracas y Tijuana, o, de la más cercana Guayaquil.

 

¿O, puede alguien no conmoverse ante el drama terrible de la separación de familias, del dolor humano producto de políticas económicas erradas y violaciones a los derechos humanos que han destruido la vida de los venezolanos?

 

Maduro es el tobogán de una crisis que se acelera a gran velocidad desde las elecciones del 2019 por un manejo de la cosa pública sin mínima gestión estratégica, catapultando al exilio a millones. Diosdado Cabello ha consolidado un ascendiente inapelable dentro de las fuerzas armadas y arbitra relaciones del estado con la economía criminal. Estos dos grupos de interés son los que determinan la crisis actual.

 

Los esfuerzos de Maduro por negociar con EEUU la venta de petróleo, generaron un limitado rebote económico, y hasta un inicio de diálogo, pero la derrota electoral impone otra lógica. Y esa lógica tiene dos caminos: admitir la revisión de actas o negociar una salida pacífica del poder.

 

Este no es un tema de derecha o izquierda, es un tema de derechos humanos, el derecho a elegir y a no ser gobernado por una dictadura, ni aceptar ninguna forma de colonialismo. Por eso combatieron heroicos venezolanos en Junín y Ayacucho, liderados por Simón Bolívar.

 

En honor a ellos Maduro debe mostrar las actas o ser impedido de estar en Ayacucho el 9 de diciembre.


 

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