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Juan Pablo Aranibar / El laberinto del desarrollo 

  • Juan Pablo Aranibar
  • 22 mar
  • 4 Min. de lectura

El dilema de los países atrapados en la trampa de ingresos medios

 

Desafíos y estrategias para romper el estancamiento económico

El crecimiento económico sostenido ha sido el objetivo central de los países en desarrollo, pero la realidad demuestra que pocas naciones logran superar la denominada "trampa de ingresos medios". A lo largo de las últimas tres décadas, solo 34 economías han conseguido transitar exitosamente de un nivel de ingreso medio a uno alto. Mientras tanto, más de 100 países permanecen en un estancamiento relativo, con tasas de crecimiento cada vez más reducidas. La falta de una transición estructural efectiva, la debilidad institucional y la dependencia de sectores poco sofisticados han sido los principales factores que han limitado su progreso.

 

El análisis de los datos económicos revela que el PIB per cápita promedio de los países de ingresos medios se mantiene en torno al 10 % del de Estados Unidos desde 1970, sin signos de convergencia. Por ejemplo, Brasil y México han visto desaceleraciones significativas en sus tasas de crecimiento, con un promedio anual inferior al 2.5 % en las últimas dos décadas, lo que sugiere que, de mantenerse las tendencias actuales, para el año 2100 su brecha con las economías avanzadas será aún mayor. En contraste, Corea del Sur logró duplicar su ingreso per cápita cada década desde 1960 hasta alcanzar los 35,000 dólares en la actualidad.

 

Uno de los problemas clave es la dependencia de la acumulación de capital como estrategia principal de desarrollo. Si el crecimiento estuviera impulsado únicamente por la inversión en capital físico, los países de ingresos medios deberían haber alcanzado un PIB per cápita cercano al 75 % del de EE.UU. Sin embargo, en la práctica, este ratio se mantiene en torno al 20 %, lo que evidencia que la productividad y la innovación son factores críticos que no han sido suficientemente explotados. Además, mientras que en los países de altos ingresos el gasto en investigación y desarrollo (I+D) supera el 3 % del PIB, en América Latina este indicador rara vez alcanza el 0.7 %.

 

La manufactura avanzada y los servicios intensivos en conocimiento han sido claves para economías como Corea del Sur y Singapur. En estos países, la inversión en I+D representa más del 4 % del PIB, mientras que en la mayoría de las economías atrapadas en la trampa de ingresos medios este indicador no supera el 1 %. Además, la diversificación económica ha permitido un crecimiento sostenido, reduciendo la dependencia de sectores tradicionales de baja rentabilidad. Actualmente, el 70 % de las exportaciones de Singapur provienen de industrias de alta tecnología, mientras que en América Latina, más del 50 % de las exportaciones siguen siendo materias primas.

 

El desarrollo de habilidades tecnológicas y la modernización del sistema educativo son imperativos. Mientras que en Finlandia y Alemania la tasa de graduación en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) supera el 35 %, en América Latina este porcentaje rara vez alcanza el 20 %. Además, en países como Perú y Colombia, menos del 30 % de los jóvenes en edad universitaria acceden a educación superior de calidad. Invertir en educación técnica y digitalización es clave para mejorar la productividad y facilitar la integración a mercados globales de alto valor agregado.

 

La eliminación de barreras burocráticas, la reducción de la corrupción y la garantía de un entorno empresarial competitivo son esenciales. Según el índice de facilidad para hacer negocios, los países que han logrado transitar hacia economías avanzadas han implementado reformas profundas en la regulación del mercado laboral y la estructura tributaria. En economías emergentes, una mejora del 10 % en la transparencia gubernamental ha demostrado aumentar el crecimiento en al menos 1.5 puntos porcentuales anuales. Por otro lado, la apertura comercial ha sido un factor clave en países como Vietnam, cuya participación en el comercio global ha pasado del 50 % de su PIB en 1995 al 200 % en 2022.

 

Las condiciones actuales presentan desafíos adicionales. La automatización está reduciendo la competitividad de los sectores manufactureros tradicionales, mientras que el cambio climático impone restricciones a los modelos extractivos. Además, la fragmentación del comercio global y el resurgimiento del proteccionismo han limitado las oportunidades de integración de los países en vías de desarrollo a las cadenas globales de valor.

 

En términos de inversión en energías renovables, las economías de ingresos medios enfrentan un rezago importante. Mientras que en la Unión Europea el 40 % de la electricidad proviene de fuentes limpias, en América Latina el promedio es de apenas el 25 %. Superar esta brecha es crucial para garantizar un crecimiento sostenible en el futuro.

 

A pesar de estos desafíos, la historia económica demuestra que es posible salir de la trampa de ingresos medios. Corea del Sur, con un PIB per cápita de apenas 1,000 dólares en la década de 1960, logró superar la barrera de los 30,000 dólares en menos de 50 años. La clave radicó en una estrategia integral que combinó educación, innovación y estabilidad macroeconómica. En América Latina, Chile ha sido un ejemplo de diversificación y apertura económica, aunque aún enfrenta retos en materia de innovación y equidad.

 

La trampa de ingresos medios no es un destino inevitable, sino el resultado de decisiones políticas y económicas. Los países que aspiren a un crecimiento sostenido y a la convergencia con las economías avanzadas deben adoptar estrategias audaces y sostenibles. Las inversiones en tecnología, educación y gobernanza eficaz son elementos clave para acelerar el crecimiento y evitar el estancamiento prolongado.

 

El tiempo para actuar es ahora. Si los gobiernos no implementan reformas estructurales y políticas de largo plazo, el laberinto del estancamiento económico se convertirá en una condena permanente para millones de ciudadanos. La historia ha demostrado que aquellos países que logran innovar y modernizar sus estructuras productivas pueden asegurar un futuro de prosperidad y desarrollo sostenido.

 




 

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