Reforma o Revolución Agraria: La tierra como centro
En la actualidad, no cabe duda de que el mundo se dirige hacia un cambio de época. Esto se fundamenta en las disrupciones tecnológicas y en la rápida dinámica con la que emergen. Como consecuencia de ello, nuestro modo de vida, en lo que respecta a la producción y consumo, experimentará transformaciones significativas, dando lugar a una nueva arquitectura social.
En esa dirección, los países desarrollados, basados en su potencial económico, eficiencia institucional y el acceso a estas nuevas tecnologías, redefinirán y mejorarán su sistema económico, aumentarán su productividad y diversificarán su gama de productos. Por otro lado, los países en desarrollo como el Perú corren el alto riesgo de estancarse en el tiempo y sus brechas de competitividad y carencias se incrementarían.
En este marco y situación actual, el sector agrario, que alberga a los pequeños productores, enfrenta un notorio desamparo y una perspectiva crítica. Lamentablemente las actuales autoridades del sector y del gobierno central en general se encuentran petrificadas.
Como todos sabemos, toda persona busca medios para sostenerse, ya sea obteniendo empleo o estableciendo su propia unidad de producción o de comercialización. En el caso de los productores agrarios, su predio es su principal unidad de producción. Pero ¿qué está ocurriendo en la actualidad?:
El Censo Nacional Agropecuario del año 2012 reveló que el 50% de productores posee un predio promedio de 1.33 has; adicionalmente, el 25% de ellos solo dispone de menos de 0.5 has. No hace falta ser adivino para advertir que el próximo censo agropecuario que se anuncia y espera con escepticismo confirmará que la micro parcelación avanza de manera acelerada y perniciosa (incluso con predios fragmentados en 2 ó 3 lotes).
Por otro lado, mediante encuestas realizadas por el suscrito a directores de agencias agrarias, se advierte que el alquiler de tierras avanza en el sur, centro y norte del Perú. Los rangos oscilan entre el 20% y el 40%, como consecuencia de la descapitalización de los pequeños productores y en esa condición alquilan o trabajan al “partir” sus siembras o crianzas.
Es notorio también que, en las comunidades campesinas, en donde generalmente reside la población más sensible del campo, existen grandes extensiones de terreno sin explotar debido a la falta de capital, baja asociatividad o a la desmotivación, ya que sus productos no encuentran la demanda deseada. Asimismo, existe un segmento importante de tierras en desuso o en “descanso” obligatorio.
En este marco y considerando tendencias desfavorables, alrededor del 45% de los pequeños productores está en situación de pobreza, mientras que cerca de un 35% adicional enfrenta condiciones de vulnerabilidad. Ante este desolador panorama, es imperativo repensar, analizar y proponer un renovado sistema de producción agraria que sea más sostenible para los pequeños productores.
La propuesta que ponemos en consideración plantea una redefinición de la estructura productiva. Esta transformación debería conllevar una diferenciada forma de propiedad, una revaluación del tamaño, un uso más eficiente y una gestión más efectiva de la tierra para fines de producción, transformación y comercialización. Todo esto con el objetivo de alcanzar la viabilidad y sostenibilidad de los pequeños productores.
En ese sentido, es necesario detener el proceso de atomización extrema de la propiedad de la tierra que estamos presenciando. La titulación es un proceso que debemos acelerar mediante el uso de tecnologías satelitales. Sin embargo, también es necesario fomentar el mercado de tierras para asegurar que las parcelas alcancen un tamaño mínimo adecuado y valor. De esta manera, tendrán mayores oportunidades para generar rentabilidad, ahorro e inversión.
El arrendamiento de tierras, como un esquema alternativo frente al abandono de prácticas productivas por los propietarios, requiere formalización y puede ser mejor operativizado para que ambos agentes - arrendatario y dueño - se beneficien. Este esquema no solo debería aportar una inyección de capital fresco a las propiedades, sino también promover la adopción de nuevas tecnologías y la exploración de nuevos mercados.
La cuestión de las comunidades campesinas es compleja y requiere un análisis más detallado, cuidadoso y consensuado. Existen comuneros que desean preservar el modelo comunal actual, mientras que otros, aparentemente la mayoría, estarían inclinados a favorecer la parcelación.
En ambos esquemas, es capital formular propuestas innovadoras que impulsen la producción y el bienestar social. No podemos ser indiferentes ante la situación de inmovilidad y de crisis que atraviesan los comuneros.
De manera análoga a los modelos de inversión que se llevan a cabo bajo el esquema de asociación público-privada, aquí se podría diseñar un esquema similar que se denominaría asociación entre comunidades campesinas / inversores privados.
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