De un Ministerio de Cemento y Tono Gris a un Ministerio Alineado al Desarrollo Territorial y de Tono Verde
El tema más discutido de las últimas semanas ha sido, sin duda, la propuesta del ejecutivo para constituir un Ministerio de Infraestructura. Así también, pudo plantear un solo Ministerio de la Producción (conformado por MIDAGRI, PRODUCE y MINCETUR), un solo Ministerio Social (integrado por MIDIS y MIMP), entre otras posibles fusiones. Esto se justificaría por la baja eficiencia, discutible cantidad y calidad de personal, atención asimétrica urbano - rural y la corrupción que, en conjunto, explican la mala prestación de servicios, pese al incremento del presupuesto en el sector público.
La reforma del Estado en el Perú es un tema que se discute desde hace décadas. Algunos analistas sostienen que el actual gobierno podría ser gestionado por solo el 60% del personal actual. Sin embargo, es importante reconocer que mientras en algunas instituciones hay exceso de personal, en otras hay una notable escasez.
Es fundamental reconceptualizar, capacitar, reorganizar, definir roles y distribuir el trabajo. Además, es crucial mejorar la articulación con los gobiernos subnacionales para enfrentar los daños causados por la pésima regionalización y descentralización.
Un diagnóstico y propuesta para fortalecer la gestión pública probablemente sugerirá qué ministerios o unidades deben integrarse, eliminarse o crearse, así como rediseñar los servicios fallidos. Sin embargo, lo decisivo es dotarlas de líderes, políticas y estrategias que permitan afrontar los desafíos actuales y futuros.
Es importante entender que la infraestructura y la inversión son medios para el crecimiento, no fines en sí mismos. Carreteras, puertos, rieles, edificaciones, reservorios y canales de agua y saneamiento deben servir para desarrollar la economía y mejorar el bienestar de la población en el marco del desarrollo territorial. La urbanización de ciudades como Lima, Juliaca y Chiclayo nos advierte sobre el rumbo que estamos tomando, siendo Bombay un modelo al que nunca debemos llegar.
Decimos reconceptualizar porque es necesario construir y poner en práctica nuevos enfoques. En el desarrollo urbano, la planificación, construcción y gestión de grandes y pequeñas ciudades deben ser redefinidas debido al incremento de la descapitalización, el caos y el mal vivir. Estos son temas en los que tienen responsabilidad tanto los municipios como los ministerios.
El formato y la gestión de las grandes y pequeñas ciudades se discuten sin enmienda. En particular, el diseño y la administración de las pequeñas ciudades del interior están adoptando un esquema ‘chicha’, lo cual está perjudicando la habitabilidad, nuestra cultura y las actividades económicas diferenciadas que podrían generarse.
Si observamos las ciudades andinas, constataremos que el formato urbano asociado a nuestra cultura se ha trastocado. Se edifican casas con rejas, pistas sin márgenes para jardines y se pinta el pueblo de manera deslucida. Además, se invade con postes y cables aéreos, y las plazas de armas y parques se construyen sin identidad. Se ha renunciado a las tejas, sustituyéndolas por cemento; los techos ya no tienen las cruces y adornos que simbolizan religión y compadrazgos. No hay veredas de adoquines, balcones, zaguanes, pilones de agua, ni parques y plazuelas con plantas nativas. No se foresta la ciudad, por el contrario, se desforestan los campos, siendo lo más grave la destrucción de la frontera agrícola.
Los pueblos del interior de España, Francia y otros países mantienen su formato tradicional y desarrollan el ámbito urbano-rural de manera armoniosa con la naturaleza y sus tradiciones, lo que los convierte en fuentes de turismo y orgullo local. En esa línea, afortunadamente en el Perú todavía existen ejemplos a emular: Chacas en Áncash, Quinua en Ayacucho, Lampa en Puno, Oxapampa en Pasco y varios distritos de Cusco.
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